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      Las amargas confesiones de Fidel

      Durante doce horas, en enero de 1968 -seis años después de la crisis-, Castro informó a la cúpula comunista cómo los rusos habían ofrecido mil misiles para la seguridad de Cuba, sólo entregaron 40 y, además, pactaron a sus espaldas la retirada de las armas con los EE.UU.

      Redacción Clarín

      El documento cubano, del que publicamos largos fragmentos, es el proceso verbal de la intervención (de doce horas de duración) de Fidel Castro frente al Comité Central del Partido Comunista cubano el 25 y 26 de enero de 1968. En este documento inédito, Castro hace un análisis muy severo de la actitud de la URSS.

      "Los camaradas deben saber, por empezar, cómo fue tomada la decisión de instalar los misiles (...) Habíamos decidido tomar medidas para asegurar la seguridad del país. En esa época, nos unía a la Unión Soviética más la confianza que la razón.

      "En esa época, hizo su aparición una delegación de militares soviéticos, presidida por un mariscal (el mariscal Biriouzov, comandante de las fuerzas nucleares). Su misión consistía en proponer la instalación de misiles estratégicos. Con todos los camaradas, nos pusimos de acuerdo para dar una respuesta inmediata, sin ningún tipo de vacilación. Manifestamos la posibilidad de firmar un acuerdo militar.

      "Bien. Enviaron, entonces, un proyecto de acuerdo que sería publicado en el momento oportuno en el que se anunciaría la instalación de los misiles. Y si hay algo que lamento es no haber conservado este documento, porque era la nulidad más increíble que alguna vez se hubiera escrito (...) Su documento, que no tenía nada de político, era la obra de burócratas estúpidos. Fuimos nosotros los que redactamos, de puño y letra mío, el acuerdo que luego se presentó a la Unión Soviética. Lo firmamos, pero ellos nunca nos lo devolvieron. Y nuestra confianza ilimitada resultó ingenuamente víctima de todas estas sutilezas que éramos incapaces de concebir...

      "Señores, todo esto es increíble. Todas estas vacilaciones, estas maneras de actuar, indecisas y dubitativas, conducen a problemas. No sabíamos ni cómo era un misil de este tipo ni dónde había que instalarlo. Si hubiéramos sabido cómo eran los misiles y si nos hubieran planteado el problema del camuflaje de todo el material, qué fácil habría sido camuflar todo.

      "Y lo peor es que los U2 (los aviones espías) volaban aquí y ellos no los derribaban ni escondían los misiles. Es tan impresionante que la gente se preguntaba si no lo hacían a propósito; yo puedo asegurarles que es completamente falso: fue un desastre, una falta total de previsión (...)

      "Frente a esta situación, había que adoptar una posición diferente y no esta política de mentiras: Enviamos a Cuba armas defensivas. Y frente a la actitud del imperialismo, segunda o primera debilidad, en lugar de responder que Cuba tenía derecho a armas apropiadas, optaron por hacer concesiones, declarando que eran defensivas. En resumen, la mentira; recurrieron a la mentira negándose tácitamente el beneficio de un derecho o de un principio.

      "Enviamos una delegación a la Unión Soviética -creo que, esta vez, fue el camarada Aragonés y el Che (en agosto de 1962)- para presentar nuestra opinión según la cual, si era necesario, había que publicar el acuerdo.

      "Kruschev les dijo: No hay problema, pero no. Yo envío en octubre la flota del Báltico y una carta a Kennedy, 24 horas antes; y los misiles están allá... ­La flota del Báltico! (...)

      Comandante Raúl Castro: Cuando fuimos allá (en julio), no sabíamos nada de esta cuestión de la dimensión de los misiles. Me enteré entonces que medían 20 metros. Sabiendo eso, y la cantidad de efectivos (militares soviéticos) que venían, le informé a Fidel. Fidel entonces convino que lo único que le plantearíamos a Kruschev sería: Kruschev, hay un problema: ¿qué pasa si los yankees y si Kennedy se enteran antes que se haya hecho público el acuerdo?.

      "Kruschev (que era muy vulgar) dijo: No te preocupes. A Kennedy, en otras palabras, lo voy a agarrar de los cojones. Si se presenta este problema, les envío un mensaje que significaría que ustedes invitarían a la flota del Báltico para una visita a Cuba, en el caso de que descubrieran todo antes (...).

      Comandante Fidel Castro: Desde un punto de vista estratégico, era algo formidable para el campo socialista. La presencia de misiles aquí creaba un extraordinario refuerzo de la posición soviética. ­Si hubieran podido instalar mil misiles! Es lo que le digo a Biriouzov: mil misiles. Le digo: Mira, si esto responde a los intereses y a la defensa de todo el campo socialista, aquí estamos dispuestos a que instalen mil misiles. Imaginen mi reacción cuando me dijeron que instalarían 80 misiles.

      "Comandante Raúl Castro: Primero 40, creo. Misiles terrestres, porque los submarinos también iban a tener misiles (...).

      "Comandante Fidel Castro: Cuando estalló la crisis, rápidamente estábamos en pie de guerra. Llegó la primera carta de Kruschev (el 25 de octubre). Allí decía: El gobierno soviético acaba de recibir del presidente de los Estados Unidos, Kennedy, el siguiente documento, del cual les adjuntamos una copia (...) Consideramos que esta declaración es una ingerencia sorprendente en las cuestiones de la República de Cuba, una violación de las reglas del derecho internacional. Rechazamos las exigencias desvergonzadas del gobierno norteamericanao para controlar el envío de armas a Cuba (...).

      "Dada la situación que se había creado, les damos instrucciones a los representantes militares soviéticos que se encuentran en Cuba sobre la necesidad de adoptar las medidas necesarias y de manifestar vigilancia en esta cuestión. (...)

      "Evaluábamos la posibilidad de una tentativa de bombardeo, de destrucción e, incluso, que tuviera éxito; nos reunimos con los representantes, el jefe del Estado Mayor (soviético), les planteamos los interrogantes. Luego convocamos, uno a uno, a los oficiales para darles la orden: tener listos los misiles tierra-aire (SAM) así como algunos misiles estratégicos, tener preparada la aviación, tener todo dispuesto; además, había misiles tácticos, armas atómicas tácticas.

      "Les expliqué entonces que había que estar alerta -a causa de los vuelos de baja altura- y no podíamos admitir que nos volaran sobre la cabeza; debíamos (...) tomar medidas extremas para no dejarlos volar (y podíamos impedirlo) considerando que podrían destruir algunos de estos misiles. No debíamos dejarlos en sus emplazamientos, había que camuflarlos, lejos de estos emplazamienos e, incluso después de un eventual bombardeo, debíamos disponer de una reserva de misiles estratégicos para que no los destruyan todos (...)

      "Defendíamos estos misiles con un afecto, con un amor increíbles. Luchábamos por primera vez, casi de igual a igual, con un enemigo que nos había agredido y provocado incesantemente, y nos sentíamos realmente motivados por esta nueva situación, gracias a esta carta llena de resolución, de principios y de derechos. Estábamos ebrios por este extraordinario espíritu internacionalista proletario, tal como lo habíamos soñado.

      "Entonces, cuando imaginamos la posibilidad del ataque aéreo, convencimos a esta gente (los militares soviéticos) de poner en funcionamiento los radares de baja altura para defendernos de los aviones en vuelo rasante. Les preguntamos qué pensaban hacer si ellos atacaban. Hablamos de armas estratégicas, de armas tácticas -suponíamos, obviamente, que cualquier utilización de estas armas debía ser ordenada por la Unión Soviética-. Les pregunté a propósito de las armas tácticas, si en caso de invasión estaban dispuestos a utilizar las armas tácticas; me hicieron comprender que era necesario, iban a utilizar las armas atómicas tácticas en caso de invasión. Los disparos (contra los aviones norteamericanos) comenzaron cerca de Candelaria y en estos lugares, toda la mañana, el día en que fue abatido el U2.

      Carta de Fidel a Kruschev

      "Era de noche, y entonces me dije: voy a enviarle una carta a Kruschev para darle coraje. Tuve miedo de que esta gente cometiera un error histórico. (...) Había que mantener nuestra posición con firmeza y me decidí a escribirle una carta a Nikita, en ese momento, para darle coraje y exhortarlo a que no flaquee (Risas).

      (El siguiente texto es sobre la carta enviada por Fidel a Kruschev el 26 de octubre de 1962, donde Fidel recomienda un ataque nuclear en caso de invasión estadounidense)

      "Escribía esta carta con un cuidado y unos escrúpulos terribles, porque lo que iba a escribir era particularmente osado y audaz, y debía cuidar la forma. Mi opinión era que, en caso de invasión, había que enviarles una andanada masiva y total de misiles nucleares. No le decía dispárenlos, pero si atacan, si invaden, es una situación tan dramática, tan difícil de enfrentar, que no debemos perder tiempo en estupideces, ni en darle tiempo al enemigo de lanzar el primer ataque. En ese momento, le presenté una suerte de condolencia, verdaderamente, porque él estaba metido en esta mierda y me dije: Este hombre (Kruschev) debe estar triste.

      "En esos momentos no considerábamos la posibilidad de que pudiéramos desaparecer. Es un hecho muy interesante, porque, en realidad, estábamos en la antecámara del holocausto y nosotros nos contábamos chistes. Sabíamos que nos iban a hacer jugar el papel del muerto: estábamos decididos a aceptarlo.

      "Todavía no se sabe cómo se produjeron las circunstancias que condujeron a la destrucción del avión (U2). Si fue el resultado de la reunión de la víspera (con el Estado Mayor ruso), o la decisión del oficial responsable de la batería de misiles tierra-aire, o si se debía a los disparos de nuestros propios antiaéreos.

      "Al comenzar a perder la fe en la política soviética, empezamos a modificar nuestra táctica. Y si en un momento luchábamos para que los aviones y las tropas se quedaran, luego decidimos que -frente a un aliado en total retirada e, incluso, más allá de la capitulación- era necesario, al menos, intentar salvar algo.

      "Comenzó así una nueva fase en nuestras relaciones con la Unión Soviética, caracterizada por las circunstancias particulares en las cuales nos encontrábamos: frente a nosotros, un enemigo agresivo y arrogante, un aliado que se retracta, nuestro deseo de conservar las armas y, finalmente, la decisión de impedir que las relaciones con este aliado se degraden al punto de llegar a una ruptura.

      "Sean cuales fueran los errores cometidos por la revolución rusa, creemos sinceramente que impregnó durante un período prolongado al pueblo soviético de un profundo espíritu de solidaridad. Pero ignoramos cuánto tiempo más, bajo la influencia de las nuevas circunstancias, podrá mantenerse este espíritu. Cuba no conocía ninguna crisis hasta el momento en que empezó esta historia de los misiles.

      "Cuba se opuso al modo en que se abordó el problema y estuvo en total desacuerdo con la manera en que se le puso fin. Es cierto que existe el argumento de que ­Cuba vive! Pero nosotros también vivimos desde que nuestras madres trajeron al mundo a cada uno de nosotros. ­Y ellas no tienen nada que ver con los misiles soviéticos!".

      (c) Le Monde/Vincent Touze. Traducción de Claudia Martínez. (c) Le Monde y Clarín, 1997.


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