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      Primera incursión de la Alianza en un bastión del peronismo

      La encabezaron Fernández Meijide y Storani, en distritos dominados por el duhaldismo Así buscan pelear el voto en las zonas más pobres de la provincia Hubo muestras de simpatía, pero también de hostilidad

      Redacción Clarín

      Graciela Fernández Meijide protagonizó ayer el primer round de su intento por pelear el voto peronista, al encabezar una extensa caravana que surcó La Matanza, uno de los bastiones estratégicos del gobernador Eduardo Duhalde.A su paso por las barriadas más humildes del distrito -el más poblado de la provincia-, la primera candidata bonaerense de la Alianza UCR-Frepaso cosechó más gestos de simpatía que de rechazo, aunque sin generar escenas de euforia.Acompañada por el radical Federico Storani, número dos de la lista, Meijide apostó al voto espontáneo. Por ese motivo, dejaron de lado los aparatos partidarios y buscaron el contacto directo con la gente a lo largo de los 25 kilómetros de marcha, durante los que se dedicaron a saludar con los pulgares hacia arriba, a estrechar manos y repartir besos.Con esa fórmula, anexada a las apariciones televisivas, la candidata aliancista apuesta a saltar el cerco de la clase media, donde la oposición concentra su mayor caudal de votos. Así pretende desafiar a la candidata justicialista, Chiche Duhalde, quien trata de consolidar sus posibilidades electorales a partir de la fidelidad peronista de las franjas de menores recursos.Meijide no se apartó de su libreto habitual, vinculado a la lucha contra la corrupción y a la defensa de la educación pública. Habló poco -en fugaces paradas y en el breve acto final realizado en la estación de González Catán- y trató de imponer la identificación con su imagen. Cerró con una prédica triunfalista: Vamos a ganar recitó tres veces, junto a un galpón de ferrocarril. Y le pegó a Duhalde, pero en ningún momento mencionó a Chiche, para colocarla en segundo plano.Solo Mary Sánchez y otros dirigentes de La Matanza se acoplaron a los candidatos.La gente que se siente desprotegida por los políticos busca en Graciela contención social más que la elaboración de propuestas ambiciosas, explicó un asesor de campaña desde uno de los vehículos que acompañó la camioneta ranchera desde la que Meijide y Storani compartieron el recorrido.Unicamente Storani criticó a las manzaneras de Chiche, al sugerir que acepten las bolsas que reparten para ganar votos, pero después hágan los cuernos y voten por la Alianza para que podamos resolver juntos los problemas de fondo.En algunos paredones, la comitiva aliancista se topó con la leyenda La Matanza es peronista, tapando pintadas de la coalición opositora. Se las atribuyeron a grupos vinculados con el jefe de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, ya que su nombre figuraba en numerosas paredes del distrito, con letras del mismo tono.Pierri figura en la lista del PJ detrás de Chiche y es el principal caudillo político de La Matanza. En ese distrito, de casi un millón de habitantes (y unos 700 mil empadronados), el peronismo es hegemónico desde hace décadas. Y en las elecciones de diputados del 95 consiguió casi el 58 por ciento de los votos, contra el 35% que sumaron por separado la UCR y el Frepaso.A partir de esta primera incursión a fondo en territorio ajeno -que incluyó las localidades de San Justo, Rafael Castillo, Isidro Casanova y Laferrere- los aliancistas iniciarán una escalada para diputarle el voto histórico al PJ en los lugares más pobres del conurbano. Creen que ése es el camino para lograr el triunfo en octubre.Los candidatos dijeron estar satisfechos por la respuesta que obtuvieron en un distrito donde -según las estadísticas que ellos mismos difundieron- el 18,50 por ciento de la población tiene sus necesidades básicas insatisfechas y la desocupación asciende al 22 por ciento.Voces de aliento y de críticaLa fila de ocho cuadras de vehículos que siguió a los candidatos no ocultó la austeridad de la movilización. Como si el paso por La Matanza hubiera sido preparado para estudiar terrenos habitualmente hostiles a la oposición, la Alianza no preparó escenarios ruidosos -sonaron apenas un puñado de bombos y cornetas- y repartió poco cotillón de campaña.El elemento más requerido fue la pelota de plástico con la leyenda Juguemos en equipo, rodeando la A en forma de escarapela que identifica a la Alianza.Cuando Fernández Meijide mencionó la pelota, en Villa Luzuriaga, le contestó una voz masculina: Eso es lo que hay que poner para ganarle a Duhalde. Y Meijide le respondió: El que las tenga, que las ponga, provocando risas generalizadas.La cuota de aliento que recibieron los candidatos fue de tono variado. El tema de la corrupción fue recurrente. Sálvennos de los ladrones del Gobierno, les pidió una señora entrada en canas. Sos nuestra única esperanza, le dijo otra a Meijide. Tenemos que salir de este agujero, rogó un hombre desde una bicicleta.La espontaneidad de la gente le adjudicó a Graciela el mote de vieja, tanto para acompañar las frases cariñosas como para las agresivas. No aflojés, vieja, decían unos. Vieja, con los radicales no vas a ningún lado, le retrucó otro.Alguien se hizo eco de las críticas de Duhalde a los aliancistas bonaerenses y les gritó váyanse a la Capital. De una casa despintada de Isidro Casanova salió un hombre portando un retrato del general Perón montado en un caballo pinto. Con éste no van a poder, sentenció.Dos personas coincideron en saludar con los dedos en V. Uno como señal peronista y otro asegurándoles los voto a los dos, a Graciela y a Fredi. En la comitiva, alguien reflexionó: Con la Alianza entramos en lugares donde cada uno por separado no se atrevía.


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