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      Dificultades de los partidos para financiar sus campañas

      Oficialismo y oposición encuentran resistencias para obtener donaciones de los empresarios Los más preocupados son los hombres del PJ En la Alianza, en cambio, ya hubo aportes de grupos importantes

      Redacción Clarín

      Ante los reclamos del Gobierno ni siquiera los conmueve el beneficio que la mayoría de ellos ha obtenido a caballo de la desregulación económica. Ante la Alianza opositora pretextan su desconfianza natural frente a lo nuevo. Y ante Domingo Cavallo, el temor por tantas desventuras judiciales que atraviesa el ex ministro. Lo cierto es que, a 35 días de las elecciones legislativas de octubre, los empresarios se resisten a aportarle a las campañas electorales el combustible esencial de la política: el dinero.Los más perplejos por la reticencia empresarial a colaborar con los gastos de campaña son los hombres del gobierno menemista. Hace quince días, el recaudador oficial del justicialismo, el senador Eduardo Bauzá, entró algo destemplado a la reunión de presupuesto que se celebró en la Casa Rosada con la presencia de casi todo el Gabinete. No consigo un mango; hasta ahora, son cuatro los que se pusieron, detalló el legislador. Hasta este fin de semana, Bauzá sólo había convencido a un par de empresarios más con su prédica y su ecuación indica que por cada aporte que consigue, se lleva tres negativas.Bauzá recibe a empresarios y managers en su despacho del Senado, pero añora las muestras de generosidad que le dedicaban los hombres de negocios, cuando los recibía en la Secretaría General de la Presidencia y el objetivo inmediato era la reelección de Carlos Menem. El justicialismo aún dista de conseguir los siete millones de aportes privados, que considera necesarios para sumarlos a los otros siete millones que debe recibir del Estado, según el aporte oficial de un peso por cada voto conseguido en la elección de 1995.A esa suma, el oficialismo agrega el proselitismo sostenido en la obra pública y los anuncios sociales -una de las armas preferidas de Eduardo Duhalde, a la que ahora también adhiere el menemismo-, que inevitablemente se contabilizan en el esfuerzo de campaña.En el Gobierno enumeran tres razones al evaluar esta falta de colaboración.El mayor control impositivo, que obliga a los empresarios a restringir los aportes de campaña, otorgados generalmente a través de sumas en negro.La globalización de los capitales financieros, que obliga a muchos empresarios a consultar a sus casas matrices en el exterior -casi siempre con respuestas negativas- para aportar a las campañas.La percepción oficial de que un buen número de empresarios también colaboran, o van a colaborar con la campaña de la Alianza opositora.La ausencia de una ley de financiación a las campañas políticas, que les permita a los empresarios deducir de impuestos sus aportes, y la mayor presión impositiva, son las excusas que más frecuentemente escuchan los dirigentes políticos en boca de los hombres de negocios.Para sortear esos obstáculos, el Partido Justicialista les está enviando una carta en la que justifica el pedido de dinero con el argumento de cursos de formación política, y una cantidad importante de seminarios a los que los empresarios están, obviamente, invitados a inscribirse.Algunos de los empresarios utilizan un método al que llaman triangulación, por el cual habilitan a sus agencias de publicidad o consultoras de imagen a otorgar espacios publicitarios de sus propias cuentas para que las use el candidato beneficiado. Lo único que nos faltaba; nos pagan en especie, pero con lo que sale el segundo de televisión no nos queda otra que aceptar, admite un legislador opositor.Los managers locales de las multinacionales juran que sus jefes en el primer mundo les han prohibido aportar a las campañas. Las más duras en este sentido son las corporaciones de capitales estadounidenses, ingleses y franceses.Las esperanzas de los políticos están cifradas, una vez más, en la generosidad de los grandes grupos industriales. En cambio, los asombra la dureza con que los vienen tratando los líderes del cada vez más transnacionalizado sector bancario.Sin embargo, la novedad más importante del flujo de dinero empresarial a las campañas políticas es la cantidad de respuestas positivas que viene consiguiendo la Alianza. Sus principales dirigentes admitieron ante Clarín que las familias Rocca y Soldati son sus principales aportantes, en tanto sumaron también a ese grupo al financista estrella de fin de siglo, el húngaro George Soros, a quien el oficialismo todavía no logró sacarle dinero.El apoyo de Santiago Soldati a la Alianza, registrado en Santiago de Chile tres días después de concretado el acuerdo opositor, fue la señal que -junto con la designación de José Luis Machinea como economista de referencia y las primeras declaraciones de apoyo a la apertura económica- muchos empresarios tomaron como bandera de largada para expresar su satisfacción por la existencia de una apuesta política alternativa.El Presidente tomó rápida nota del gesto público de Soldati para con la Alianza. Durante una reunión de empresarios y funcionarios argentinos y chilenos producida un día después de la declaración mencionada, Menem le acercó -subrepticiamente y a través de un mozo- un papel con una nota que el empresario leyó con una sonrisa. Santi, ¿en qué puesto de la lista de la Alianza vas?, decía simplemente el texto escrito con apuro.Soldati, presidente del influyente Consejo Empresario Argentino y uno de los empresarios que multiplicaron su capital durante la apertura económica iniciada por el menemismo, conserva ese papel y una copia de la nota de Clarín con sus declaraciones enmarcados en un cuadrito en su oficina. También soportó las miradas socarronas de Menem cada vez que se cruzaron en Suiza, donde coincidieron hace tres semanas para observar la designación de Atenas como sede olímpica, y sobre todo cuando el empresario se encontraba próximo al jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Fernando de la Rúa.Los conductores de la Alianza tocarían el cielo si llegaran a juntar cinco millones de aportes privados, para sumarlos a los más de cuatro millones que les corresponden por aporte estatal. Sus pedidos exitosos les significaron, en general, sumas de entre 200 y 300 mil pesos. El oficialismo, con más experiencia en el tema, suele obtener hasta 500 mil pesos, suma considerada top para una elección legislativa.La Alianza conformó un equipo de recaudadores con miembros de la UCR y del Frepaso: el ex funcionario Mario Brodersohn y el alfonsinista Federico Polak, junto con los frepasistas Eduardo Epstein, Roque Bellomo y Martín Fernández Meijide (hijo de la candidata), suman experiencia en la ingrata tarea de pedir dinero.La oposición, de todos modos, enfrenta en estas cuestiones una dificultad de la que pasa el justicialismo. Tiene cinco figuras presidenciables y, como admitieron dos de ellas a Clarín, la recolección de fondos personal entre los empresarios la iniciarán recién el 27 de octubre, justo cuando lancen sus campañas como precandidatos a presidente para 1999.


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