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      Alvarez caminó y tocó timbres

      Redacción Clarín
      16/10/1997 00:00

      Tomá, te pido que leás tranquila esta carta, le dijo Chacho Alvarez a la primera señora que, sorprendida, se acercó a saludarlo en la esquina de Rincón y Rivadavia donde ayer el primer candidato a diputado por la Alianza comenzó una caminata y el timbreo casa por casa.Alvarez reiteró este miércoles la fórmula del contacto directo para entregar una carta personal a los vecinos porteños en la que explica que no solo se trata de ganar sino de ganar por una diferencia más que aplastante, que haga inapelable el comienzo del fin del ciclo menemista.La mayoría de sus interlocutores usó el papel de la carta para pedirle autógrafos. Chacho recibió un trato efusivo junto con los ruegos de que cumpla las promesas de mejorar la situación laboral.Alvarez recreó la versión electoral de aquella travesura infantil del ring-raje, que consistía en apretar el timbre y salir corriendo. Ayer el candidato tocó el portero y se presentó: Soy Chacho Alvarez, vengo a entregarle una carta.¿Qué hacés viejo? Creí que era una broma, respondió un muchacho de la calle Alsina que había bajado las escaleras acompañado por su mamá.En la peluquería de Rincón al 100 dos damas prolijamente platinadas esperaban el paso del diputado porteño. ­Chicas, chicas, como están, lean esto por favor!, encaró Alvarez, siempre entusiasmado.No hay trabajo, ¿qué vas a hacer con eso?, apuraron las peluqueras. Presentamos planes, pero todavía no somos gobierno, contestó el candidato. Y remató: Ya que no hay trabajo, ¿hay novios por lo menos?. Las chicas sonrieron en silencio.Un grupo de adolescentes, recién salidos del colegio, lo cruzó en la esquina de Pasco y Alsina ­Chacho, maestro! ¿Qué hacés?, lo rodearon irreverentes. Les voy a dar una carta para sus padres, ¿hacen un compromiso conmigo de que llega?, inquirió Alvarez.Luego el candidato buscó un lenguaje común con el fútbol: ¿Alguno de ustedes es de Racing?, preguntó. ­Uy no, te llevamos la carta, pero mirá que ser de Racing..., le respondió un rubio de gorro rojo y azul.El mano a mano con la gente repitió las preocupaciones: trabajo, corrupción, limpieza y seguridad pública en la Capital.También hubo sorpresas para Alvarez. Un chico en bicicleta, con el pelo teñido de azul-violeta y tirabuzones a lo rasta lo saludó amable para preguntarle en tono doctoral qué va a hacer con la deuda externa. El candidato carraspeó, y zafó argumentando que la deuda era un problema de arrastre.En la caminata por el barrio de Congreso, Alvarez se topó con un solo menemista confeso que lo encaró simpático pero firme: Yo voto por Scioli.¿Y por qué?, interrogó Chacho. Porque es decente, replicó el señor que bordeaba los sesenta años. ¿Y de mí qué decís?, preguntó rápido.Vos también sos medio decente, te invito a la unidad básica, te vamos a recibir bien y tenemos café, remató el peronista. Te voy a pasar a ver, prometió Alvarez.


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