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      En Capital, cada vez hay menos casamientos por iglesia

      La Iglesia dice que es por el temor de los jóvenes a un compromiso definitivo Y porque hay una tendencia a convivir antes de casarse

      Redacción Clarín

      El sueño de dar el sí ante el altar parece haber dejado de serlo para una parte de las nuevas generaciones de católicos. O, al menos, prefieren postergar su concreción para más adelante. Los números cantan: los casamientos por iglesia cayeron un treinta por ciento en los últimos cinco años en la Capital Federal.Temor a asumir un compromiso definitivo, tendencia a convivir primero antes de prometerse amor eterno ante el sacerdote y una vivencia individual de la creencia religiosa que deja de lado el cumplimiento de las normas de la Iglesia, son los principales motivos que los expertos le atribuyen a la caída.En rigor, la disminución en el número de casamientos tiene su correlato, aunque en menor cantidad, con la merma en los enlaces por civil. Los especialistas presumen que también cayeron en el interior, aunque en un número menor, dado que las tradiciones religiosas están más arraigadas en las provincias.Relevamiento del ArzobispadoLos datos surgen de las estadísticas del Arzobispado de Buenos Aires, a las que tuvo acceso Clarín. Y constituyen los primeros números ciertos desde que la Curia metropolitana comenzó hace unos años un relevamiento riguroso de la cantidad de sacramentos que se imparten en sus parroquias.Una rápida lectura de la cantidad de casamientos por iglesia en los últimos cinco años evidencia, con ligeras oscilaciones, una clara tendencia a la baja. Mientras en 1992 sumaron 10.506, al año siguiente bajaron a 8.483, en 1994 subieron levemente a 8.770, en 1995 volvieron a disminuir a 8.600 y en 1996 se acentuó su caída al contabilizarse 7.353.El presidente de la Comisión para la Pastoral Familiar del Episcopado, monseñor Cándido Rubiolo, dio su interpretación de la disminución: Hay un temor de las nuevas generaciones a asumir un compromiso definitivo, afirmó.No fue la única razón que dio. Admitió que las nuevas parejas, antes de dar el sí ante el altar, prefieren convivir un tiempo y luego quizás optar por el sacramento del matrimonio. Aunque afirmó que esto también se da en los enlaces por civil.Con todo, la lectura que se hace desde la Iglesia no es totalmente sombría. El responsable del área de catequesis del Arzobispado de Buenos Aires, padre Alejandro Puigari, considera que las nuevas parejas que pasan por la iglesia están mejor preparadas en materia religiosa.Para abonar su interpretación, Puigari menciona un dato novedoso: Se están multiplicando los cansamientos con celebración de la misa, cosa que en otros tiempos era una rareza, señala.Según esa lectura, las cada vez menos parejas que pasan por la iglesia lo harían con un sentido religioso más profundo, libres de presiones familiares o ajenos a hacerlo por dar una imagen social.La cuestión de la preparación para recibir el sacramento del matrimonio no es un tema menor en la Iglesia. Si bien en las parroquias se dan charlas previas para profundizar su sentido, se admite que esas reflexiones suelen ser claramente insuficientes.Puigari, sin embargo, considera que cualquier paso que se dé para brindar una mayor preparación no debe ser autoritario. Por ejemplo, descree que la cuestión pase lisa y llanamente por aumentar compulsivamente la cantidad de horas de las charlas de preparación.Parejas más grandesLa Iglesia considera que algunos matrimonios por iglesia son, en cierto modo, nulos porque los contrayentes no son plenamente conscientes del compromiso que asumen ante el altar. Y que el paso en falso se podría haber evitado con mayor formación y madurez.Otro dato que arroja la nueva realidad es que, al igual que en los casamientos por civil, la edad de los contrayentes que pasan por la iglesia se elevó. Ya no se ven tanto parejitas de poco más de 20 años, dijo el padre Juan Ronconi, de la parroquia San Carlos.No es una sola la explicación que se escucha en la Iglesia por este aumento de la edad. Además de la convivencia previa de ciertas parejas, se barajan argumentos económicos diversos. Están los que demoran su casamiento porque no tienen lo mínimo y los que esperan tenerlo todo para contraer enlace, dice Ronconi.En lo que la interpretación eclesiástica es unívoca es en el hecho de que la disminución de los matrimonios religiosos es una realidad que hay que aceptar para, a partir de ella, afrontar el desafío de revalorizar el sacramento del matrimonio.


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