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      Un viaje de los camaristas para preservar la historia

      En 1988 llevaron a Oslo las imágenes del juicio Eran 147 casetes Los originales están en la Argentina.

      Redacción Clarín

      El país permanecía atento a una huelga de docentes universitarios, a los goles del Newells de José Yudica que saldría campeón, y al juicio en el que estaba por ser condenado en Estados Unidos el ex general Carlos Suárez Mason, por violación a los derechos humanos.Aquel lunes lejano -25 de abril de 1988- muy pocos sabían que seis ex jueces de la Cámara Federal de la Capital viajaban a la ciudad de Oslo, Noruega, cargando con la historia reciente más sensible. El objetivo: guardar en una bóveda de seguridad las imágenes del juicio a las juntas militares.La comitiva estaba formada por los ex camaristas Andrés DAlessio, León Carlos Arslanián, Ricardo Gil Lavedra, Jorge Torlasco, Jorge Valerga Aráoz y Guillermo Ledesma; además de tres de sus esposas y del abogado Bernardo Beiderman, ideólogo del operativo traslado.Los empleados del aeropuerto apenas deben haber entendido de qué se trataba, porque ese grupo de señores y señoras serias iban recargados para un viaje de sólo cuatro o cinco días. Dentro de cada valija, entre ropa interior y de gala, estos extraños pasajeros llevaban entre 16 y 20 videos cada uno. Así lo habían acordado en una reunión en la casa de Valerga Aráoz, que guardaba toda la filmación, ese mismo día a la mañana.Las 530 horas del histórico juicio de 1985 quedaron registradas en 147 casetes de video. Los viajeros eran quienes habían condenado a los jefes de las juntas militares que gobernaron la Argentina entre 1976 y 1983. Los habían encontrado culpables por cientos de asesinatos y desapariciones.A Oslo viajaron las copias de los videos, ya que las cintas originales se guardaron en la Cámara Federal, de donde se tomaron las imágenes que se emitieron por Canal 13 la semana última, por primera vez con sonido.Los jueces de la Cámara nunca confiaron en la seguridad de los originales: el lugar donde se guardaban era una sala sencilla sin prevenciones contra incendios ni espías pícaros.A mediados de 1987, durante una cena, decidieron que lo mejor sería donar una copia de toda la filmación a alguna entidad que no dependiera de los vaivenes de la política argentina que, en esos años, hace tan poco, todavía sucumbía ante posibles alzamientos militares.Después de que DAlessio hizo un contacto fallido con una biblioteca del Congreso de Estados Unidos, Ledesma asumió la responsabilidad y fue a ver a Bernardo Beiderman, un docente de la Facultad de Derecho que había dado clases a Torlasco.Beiderman era y es un hombre muy vinculado a entidades académicas internacionales del derecho. Pensé en la Fundación Internacional Penal y Penitenciaria, porque era muy prestigiosa y la más antigua, contó a Clarín.En la primavera de 1987, Beiderman viajó a Noruega y se reunió con el presidente de esa Fundación, Helgue Rostad, que además era juez de la Corte Suprema de ese país. Un par de llamados más y la influencia de Rostad en Oslo alcanzaron para llegar a un acuerdo con el Parlamento de Noruega, que prometió tener los videos en custodia.En abril de 1988, cuando llegó la hora del viaje, todos los jueces de la Cámara habían abandonado el Poder Judicial y sólo uno de ellos, Gil Lavedra, seguía en la función pública como procurador general de la Nación.Dos semanas antes del viaje, los ex camaristas se encontraron con un problema serio. No teníamos plata para pagar la edición y las copias. Tuvimos que salir a pedir una donación, recordó DAlessio.Superado el escollo, Gil Lavedra recomendó una casa de edición que quedaba frente a los tribunales de Talcahuano, cruzando la plaza. Allí, en un cuarto semioscuro, las imágenes del ex general Jorge Rafael Videla y los demás dictadores se reprodujeron para siempre.El viaje se hizo en absoluto secreto. El lunes 25 a la mañana todos fueron a cargar los videos a la casa de Valerga Aráoz. Cada uno agarró entre 16 y 20; y los que viajaban con sus mujeres, el doble.Esa noche se encontraron en el aeropuerto, tomaron un avión y al mediodía siguiente aterrizaron en Oslo. Helgue Rostad y una comisión del Parlamento noruego los esperaban en el aeropuerto y los guiaron hasta un hotel del centro.Después de bañarse y desarmar los bolsos, cada camarista tomó los videos que le tocaron en suerte y los llevó a la habitación de Beiderman. La pila, inmensa, fue llevada más tarde al Instituto Noruego de Derechos Humanos, conocido porque allí se entregan los premios Nobel de la Paz.El 26 y el 27 de abril fueron días de agasajos en Oslo. Una cena por acá y otra por allá, los camaristas sentían el alivio que no habían percibido en mucho tiempo.Al día siguiente a la mañana, la Argentina se conmovía con las detenciones del ex ministro de Economía José Martínez de Hoz y del ex titular del Ministerio del Interior Albano Harguindeguy. Se los acusaba del secuestro extorsivo del empresario Federico Gutheim y su hijo.Ajenos a todo, los ex camaristas dieron un discurso cada uno en el Instituto Noruego, mientras se exhibían imágenes del juicio: los testimonios de los torturados, que destruían las defensas de los generales, brigadieres y almirantes.Los videos, numerados y encerrados en cajas compactas, fueron guardados ese mismo día en un recinto del Parlamento noruego. Junto a ese documento, que tiene pocas comparaciones en el mundo entero, se guarda el texto original de la Constitución de Noruega. El sitio es a prueba de incendios, de bombas, incluso de desastres atómicos.Para llegar a ellos, ni los ex camaristas pueden hacerlo sin el permiso de la Fundación Penal y Penitenciaria, hoy dirigida por un penalista portugués llamado Figueredo Días e integrada por académicos de todo el mundo.Esos videos no son más que una garantía por si los originales desaparecen. Constituyen un tramo esencial de la historia argentina reciente. Equivalen a tener un depósito en el exterior, sólo para usar en caso de catástrofes.


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