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      Ex dictadores en desgracia

      El haitiano Baby Doc Duvalier vive en la miseria Un hijo del ex emperador Bokassa es un sin techo

      Redacción Clarín

      Para varios ex dictadores y sus herederos, no sólo para Augusto Pinochet, detenido en Londres, la vida se ha complicado notoriamente lejos del poder mientras se cierne sobre ellos la amenaza de una justicia de alcance global.La mayoría de estos ex dictadores vive lejos de sus países en exilios que en un comienzo fueron dorados, pero que poco a poco perdieron el brillo.Este es el caso por ejemplo de Jean-Marie Duvalier, más conocido como Baby Doc, ex dictador de Haití, que actualmente vive en París sumido en la miseria y perseguido por las deudas.Charlemagne Bokassa, uno de los 31 hijos del ex dictador Jean-Bedel Bokassa proclamado en 1977 emperador centroafricano, perdió su casa en Francia y ahora, sin techo, pasa gran parte del día en el subte de París.De Baby Doc, ex presidente haitiano, se perdió la pista en 1994 cuando abandonó la suntuosa villa de Vallauris dejando una deuda de más de 500.000 francos (alrededor de 100.000 dólares) por moras en el pago del alquiler.Su esposa Michele, que lo había seguido cuando abandonó Puerto Príncipe, lo dejó llevándose con ella a sus dos hijos.Baby Doc vive ahora escondido con una joven francesa para escapar de sus acreedores.En 1986 Duvalier debió dejar el poder como último heredero de una dinastía de 30 años, que tomó como política la eliminación sistemática de opositores al régimen. Se calcula que unas 3.000 personas fueron asesinadas por motivos políticos en este pequeño país caribeño, que los Duvalier ayudaron a convertir en el más empobrecido del hemisferio occidental.Por su parte el hijo de Bokassa, el emperador de los diamantes, de 28 años, no tiene casa y pasa parte del día en las estaciones del subte y en los jardines públicos, con un walkman pegado a las orejas como única diversión.Su padre fue uno de los tiranos más sanguinarios que conoció el Africa contemporánea, e incurrió en toda clase de excesos que erosionaron la ya tambaleante economía centroafricana.A fines de 1977, ese excéntrico personaje se hizo consagrar emperador, en una ceremonia copiada de la coronación de Napoleón Bonaparte, y en los festejos se gastó la tercera parte de las divisas con que contaba el país.Después que su padre murió en su país en la miseria hace dos años, Charlemagne Bokassa perdió contactos con el resto de la familia, diseminada entre la periferia parisina, Gabón, Costa de Marfil y la República Centroafricana. Uno de sus hermanos, Jean-Yves, está preso cerca de París porque fue hallada en su poder un arma utilizada para un asalto.Bokassa reprocha a sus hermanastros haberse apoderado del castillo de Hadricourt, cerca de la capital francesa, que era lo único que le quedó de su padre. En la estación ferroviaria de Lyon sabe que encontrará siempre un plato de comida en el local de la Asociación Amigos de la Calle.Pero no todos los exilios dorados perdieron su brillo.El excéntrico ugandés Idi Amín Dada, bajo cuyo régimen entre 1971 y 1979 murieron unas 300.000 personas, vive en Arabia Saudita como un huésped bien atendido.El gobierno ugandés tuvo varios intentos vanos por lograr que Amín regrese voluntariamente a Kampala para someterse a la justicia.Tampoco lleva una vida demasiado complicada el ex dictador etíope Mengistu Haile Mariam, derrocado en 1991 luego de 14 años de dictadura.Mengistu vive actualmente en Zimbabwe, bajo el amparo del gobierno.Sin embargo, sobre la base de la sentencia de los Lores británicos que negaron la semana pasada la inmunidad a Pinochet, la organización Amnistía Internacional aspira ahora a someter a la Justicia a varios de estos ex dictadores.Andy McEntee, presidente de la sección británica de la entidad humanitaria, aseguró que el ugandés Amín encabeza la lista de ex dictadores que podrían correr la misma suerte que Pinochet.Un eventual proceso en Londres contra Amín, por ejemplo, sería mucho más simple que el de Pinochet, porque toda la documentación ya está en inglés.Mientras estén en su cargo los jefes de Estado gozan de inmunidad, y en el estado actual de las leyes no pueden ser tocados de ningún modo. Pero la visita en los primeros días de 1999 a Gran Bretaña del presidente de Kenia Daniel Arap Moi, podría constituir un momento interesante. Si bien no se le puede hacer ninguna acusación, existe la posibilidad de que en base al precedente de Pinochet, la justicia pueda poner sus manos sobre algunos de sus colaboradores, dijo McEntee.


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