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      Riquelme le dio a Boca tres puntos para seguir arriba

      El único gol lo marcó Riquelme en el segundo tiempo. Con esta victoria el equipo que dirige Bianchi comparte la primera posición con River. Mucho público presenció el partido.

      Redacción Clarín

      Algún apresurado, de alma vacía seguramente, inventó alguna vez una frase que se hizo clisé para ciertos militantes del exitismo (fenómeno del final del milenio, mezcla de desaprensión, utilitarismo y carencia de sentimientos). Esa célebre definición dice: Ganar no es lo mejor, es lo único. Y son muchos los que la aplican sin pensar y sin mirar. Sin mirar, por ejemplo, a esa gente de Huracán, gente de fútbol, casi condenada al cadalso del descenso, gente sufrida pero de frente alta, que enarbola con orgullo la tradición de un barrio y que mantiene intacto su gusto por el fútbol, como si se tratara de una religión. Y por eso es capaz de despedir a su equipo, después de otra derrota dolorosa, con una devoción parecida al agradecimiento. Porque también se pueden premiar la dignidad y la actitud para el juego, más allá de los números fatales de un resultado.Entonces, vale aclararlo: Boca le ganó a Huracán 1 a 0 gracias al estruendoso acierto de Juan Román Riquelme -su jugador clave, en su momento clave- con un remate desde afuera del área, cuando todos los caminos parecían cerrados, por propia impotencia, especialmente. Y con eso salvó la tarde, espantó el fantasma del River-victorioso, mantuvo la punta y se dio espacio para esperar los retornos de Guillermo Barros Schelotto y Diego Cagna, necesarios como el pan ahora que se tomó conciencia de que no todo se puede compensar con el mérito de un sistema ordenado y una convicción compartida. Primero están las personas, los jugadores, y sólo los buenos jugadores son capaces de darles vida a los esquemas, a los estilos y a los proyectos. Boca, este Boca victorioso y cebado de Carlos Bianchi (candidato seguro de los simplistas incluso antes del comienzo del torneo Clausura) empezó a comprobarlo ahora.Por eso la aclaración continúa así: Boca le ganó a Huracán, pero no jugó mejor que Huracán. Al contrario. El equipo local (más de la mitad de sus jugadores tienen menos de 21 años) fue el que entregó las mayores coherencias futboleras: en la manera de presionar, con decisión y solidaridad, en los minutos iniciales, para conseguir la pelota y usarla con criterio y elegancia. Y luego, en el complemento y tras el gol de Riquelme, por su pulcritud para armar la búsqueda, encabezada por la habilidad de Gastón Casas (si terminara las jugadas con la seguridad que las comienza entraría en la gran galería) y la voluntad para asociarse de los otros. Claro, todo lo bueno terminaba, en general en la entrada del área. Porque le faltó la puntada final a Huracán para cristalizar su mejor manejo.Fue un partido curioso, al cabo. Porque si es cierto que este Boca poco se pareció al Boca seguro y contundente del otro torneo (porque no anduvo bien Basualdo, porque se los vio imprecisos a Serna, al vasco Arruabarrena y a Navas, en el primer tiempo), también es verdad que Marcos Gutiérrez fue figura de esa etapa inicial -por un par de atajadas difíciles- y que el palo frenó un disparo de Palermo desde el piso. Como si la cuestión se equilibrara entre el oficio de campeón de uno y el juego vistoso del otro.Boca se insinuó mejor en el comienzo del segundo tiempo. Porque creció Samuel. Y reaccionó Ibarra. Y mejoró Navas. Y porque Riquelme tomó la conducción (le hizo algunos reproches visibles al poco efectivo Giménez) hasta que él mismo -igual que contra Gimnasia- resolvió la cosa con un golazo desde afuera. Gestor y ejecutor. Para salvarle la punta a su equipo. Porque según se pudo entrever Boca sin el mellizo Guillermo es medio Boca para atacar y por extensión Palermo es medio Palermo, sin él.Cuando Vara reemplazó a Cristian Fernández, Huracán tomó definitivamente la iniciativa. Y aunque quedó a la vista su falta de variedad y potencia en la llegada cuando su rival lo esperó en el área, no se puede negar que el ingresado Pato Abbondancieri tuvo una responsabilidad capital en el cero de su arco, con sus tres tapadas finales. A Casas, a Silvera y a Vara.Cuando el árbitro Oscar Sequeira pitó el final la celebración fue de todos. Los de Boca por el triunfo, esforzado y sin brillo, que vale doble por su influencia en la tabla. Y los de Huracán, por la dignidad y por la vieja religión, aunque el peligro sea cada vez mayor. Porque ganar no es lo único, sino sólo una posibilidad.


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