Palermo desató el nudo y Boca se quedó solo arriba

No reclama demasiadas explicaciones la gente de Boca. Solamente disfruta. Con el resbalón de River en Arroyito se quedó solo en la punta. Con esta campaña conducida por Carlos Bianchi no sólo atesoró un campeonato sino que se metió de cabeza en la historia con un invicto que lleva 30 fechas y que pide más. Con distintos planteos, con distintos jugadores, y con el envión que otorga una confianza que parece inquebrantable, Boca sigue adelante.Bianchi sabe que el sistema no está por encima de las individualidades. Por más que acomode las piezas para sacarle el máximo de provecho, Boca tiene jugadores insustituibles. Ayer volvió a quedar demostrado. Cuando Guillermo Barros Schelotto ingresó en el segundo tiempo, Boca tuvo fantasía. Esa que se le reclama para mejorar la producción futbolística (no numérica porque parecería casi inmejorable) del año pasado. Cuando apareció la gambeta desequilibrante de Guillermo, por derecha o por izquierda, tanto Riquelme como Palermo potenciaron su rendimiento. Sobre todo Palermo, que parece medio Palermo sin Guillermo en la cancha.También es cierto que el partido se había desenredado tres minutos antes, cuando Riquelme se la puso justo para que Palermo actuara de desatanudos y sellara la victoria. Y precisamente con ese gol se acabó la cuota de resistencia de Belgrano que perdió a José Luis Villarreal -cargó durante todo el partido con los silbidos de la gente de Boca-, por protestarle a Madorrán. Conviene aclarar que Boca no necesita de la ayuda de ningún árbitro. Ayer Madorrán ignoró varias faltas a favor de Belgrano e inventó otras a favor de Boca.Pero más allá del arbitraje, Boca fue claramente superior a Belgrano. Sobre todo en el tramo final cuando Ragg sacó chapa de figura ahogando el grito de gol ante Palermo (dos veces), Arruabarrena y Cagna.No le fue nada sencillo el comienzo, a Boca. Se acomodó en el medio con Basualdo y Pereda delante de la línea de fondo y una línea de tres, bastante flexible, integrada por Gustavo, Riquelme y Navas. Arriba quedaba Palermo para resolver. Sin embargo, ese único delantero de punta casi nunca estuvo solo. Siempre aparecía alguien vacío por uno de los laterales para acompañar. Sobre todo Traverso, quien escalaba con bastante acierto por su costado. La tendencia, por momentos exagerada, era la de meter centros para Palermo.Sin embargo, Boca sumó una infinidad de tiros de esquina a favor y nunca pudo quebrar el cerco defensivo. Ni las escaladas de Palermo, ni el toque distintivo de Riquelme podían aclarar el panorama. Faltaba, esencialmente, la puntada fina, el estiletazo para que alguno de Boca quedase cara a cara con Ragg.Belgrano no quiso colgarse del travesaño. Armó una línea de protección con Manrique, Avalos y Umpiérrez, dejó a Villarreal para que le maneje los ritmos y cada vez que partía el pelotazo desde el fondo, arriba estaban Enría y Rueda para defender la pelota con cuerpo y alma. Y lo hicieron bastante bien. Sobre todo Enría, quien peleó y ganó ante Samuel y Arruabarrena.Belgrano lo tuvo a Boca en la mira tres veces (dos de Rueda y una de Enría) y Abbondancieri evitó el gol en el primer tiempo. Cuando fue Palermo el que pudo poner a Belgrano en la mira, la historia quedó definida. Gatilló, convirtió y a otra cosa.Después todo fue diferente. Boca fue tras el salto de calidad que se le reclama y Belgrano a jugarse en busca de una quimera. Boca tenía que equivocarse muy feo para que los cordobeses le empataran. Por eso daba la sensación que si la brumosa tarde tenía más goles como condimento, sólo podían llegar de la mano del equipo de Bianchi. Pero no fue así. La magia de Guillermo, esa electricidad contagiosa que llevó a la cancha apuntaló el andamiaje ofensivo de Boca, pero no alcanzó para ponerle un toque de elegancia a la victoria.