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      Boca pasó con su fuerza ganadora por Rosario

      En un muy buen partido, con mucho ritmo y jugado bajo la lluvia, Boca buscó más y se llevó un merecido triunfo. El equipo de Bianchi justificó la victoria en el segundo tiempo.

      Redacción Clarín
      11/04/1999 00:00

      Cómo será de bueno el momento de Boca que resulta muy difícil encontrar palabras nuevas para explicar la continuidad del placer azul y amarillo. Es lo de siempre: solidez, orden, individualidades que desequilibran. Fue lo de siempre anoche, aquí, ante Newells. Por eso la victoria indiscutida. Por eso la continuidad del invicto, ahora de 31 partidos. Por eso la punta sigue siendo exclusiva para el equipo de Carlos Bianchi.Eso sí, la primera mirada de los 90 minutos de anoche comprende un reconocimiento para Newells y para Boca, que cumplieron con lo que se le exige a cualquier espectáculo: lograron entretener. Es cierto, tal vez faltó algo de calidad. Pero sobró ritmo. Colaboró, claro, la lluvia, porque con el terreno mojado -se sabe- la pelota anda a mayor velocidad.En el medio, por supuesto, hubo matices que fueron dividiendo el desarrollo en distintas porciones. De a ratos, mejor Boca. En otros momentos, mejor Newells. Claro que a la hora de sumar minutos de dominio y situaciones nítidas, Boca le ganó a Newells. Por eso el resultado terminó clavado en la justicia.El primer tramo de protagonismo fue para el equipo de Carlos Bianchi. Que se adueñó del partido parándose en el campo contrario y sacando ventajas por el sector izquierdo del ataque. Ahí se juntaban Riquelme, Cagna y el Mellizo Guillermo, quien desequilibraba a Vojvoda.Después de los veinte minutos, le llegó el turno a Newells. Sorpresivamente, Cagna y Guillermo Barros Schelotto abandonaron el lugar en que se hacían notar y se mudaron a la franja derecha. ¿Habrá sido porque en el otro lado Newells había juntado demasiados hombres (a Vojvoda se le agregaban Saldaña, Mateo y Bernardi)? Con esa variante posicional, Boca perdió fuerza y Newells creció. Se afirmaron Mateo y Bernardi en la contención. El debutante Sebastián Domínguez (18 años) se las ingenió para controlar al Mellizo. Manso se enchufó y los de arriba, Cobelli y Real, empezaron a ganar, generalmente por velocidad y por el sector que defendía la dupla Ibarra-Bermúdez.Las diferencias entre uno y otro se produjeron en el segundo tiempo. Es cierto que Newells y Boca tuvieron un rato cada uno de protagonismo. Con un gran detalle: el de Newells fue un ratito; y el Boca, un enorme rato. Los rosarinos se adueñaron de los primeros cinco minutos sin generar chances claras. Los hombres de Bianchi se apoderaron del resto.Boca, entonces, vivió la etapa final bien cerca del área de Newells. Sin desordenarse. Sin arriesgar haciendo ingresar a delanteros o volantes ofensivos por defensores. Pero con convicción. Como si supiera que golpe a golpe iba a voltear a Newells. Con el Mellizo Guillermo desequilibrando por la derecha y por la izquierda. Con Riquelme a pleno. Con Samuel empujando desde atrás a pura categoría.Newells aguantaba como podía. El líbero Fuentes despejaba todo. Cejas rechazaba cada centro. Mateo era un reloj en el medio. El gol se veía venir. Y el gol llegó: Riquelme la puso justa y Palermo, de espaldas, metió un gran cabezazo a un ángulo. Festejó el 9, con provocación incluida, y concluyó expulsado, en uno de los contados aciertos del árbitro Elizondo.La costumbre de Boca sigue. Solidez, orden, individualidades. Más de lo mismo. Esa es la gran virtud de este Boca.


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