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      Boca le agregó un nuevo paso a su marcha triunfal

      Al equipo de Carlos Bianchi le costó encontrar el primer gol. Y lo consiguió con un dudoso penal cobrado por Madorrán. Después, todo se le simplificó. Su racha invicta llegó a los 33 partidos.

      Redacción Clarín

      En este juego cargado de imprevistos, vaya si es virtud cerrarle la puerta del arco propio a lo imprevisible. Vaya si acumula virtudes en ese rubro este Boca. Con Walter Samuel, sinónimo de calidad y solvencia. Con Chicho Serna equilibrando. Con los laterales, Ibarra y Arruabarrena, de una punta a otra de la cancha. Con Abbondancieri -desde que se hizo cargo del arco de Boca, hace 5 partidos, no recibió goles- transmitiendo seguridad desde el arco. Con todo eso, Boca es consciente de que es difícil que lo pongan en apuros en cualquier momento. Y volvió a manifestarlo en Liniers. Anoche, descansó en esos atributos. Y le alcanzó para ganar sin sobresaltos. Aunque esta vez no tuvo el talento continuado de Riquelme, la gambeta bella y divertida de Guillermo Barros Schelotto ni la furia goleadora de Palermo, este Boca sabe que es capaz de lastimar a cualquier rival en cualquier momento. Y volvió a certificarlo ayer. Es cierto que fue frente al modesto Platense, pero no es menos real que el cuadro de Carlos Bianchi manifestó superioridad y estiró el invicto a 33 partidos.Porque hasta cuando no lo merece, el equipo de Bianchi construye victorias. Ocurrió anoche. Un Platense repleto de dificultades (un técnico interino, 9 partidos sin ganar y un promedio escasísimo, entre otras cosas) lo complicó. Con argumentos lógicos, propios de su realidad: dos líneas de cuatro para defender y cubrir la cancha a lo ancho, mucho despliegue y el campo mojado como el aliado que conspiraba contra la voluntad de Boca de manejar la pelota. Por eso, más allá de mostrarse un poco más ambicioso -una aclaración, sin una osadía desbordante- Boca llegó muy poco. Y recién pudo desequilibrar a través del polémico penal que Palermo tradujo en gol después de resbalarse. Pero hay un motivo para elogiar en el líder: nunca se desespera. La pelota no les llegaba a Guillermo y a Palermo, Riquelme estaba permanentemente rodeado de rivales y, sin embargo, jamás mostró indicios de desconcierto. Por el contrario, siempre exhibió concentración. Con Serna como abanderado.Es cierto que Boca no jugó demasiado bien. Y que no atacó con la voracidad con la que acostumbra. Porque Guillermo no tuvo la posibilidad de desequilibrar como en todos sus antecedentes inmediatos. Y la pelota no le llegó tanto a Palermo. No regaló audacia, ni se excedió en lujos. Pero tuvo sobriedad y, sobre todo, 3solidez. Ese sostén, más el envión anímico que le permite jugar con soltura, parecen servirle a Boca para ser más, sin demasiado floreo.Además, el aporte de su defensa no sólo estuvo vinculado al aspecto defensivo. En ese rubro, cumplieron como siempre. Pero en la otra parte del libreto, la ofensiva, también aparecieron. El segundo gol es el ejemplo paradigmático de esta idea: jugada por la izquierda de Walter Samuel, centro al área y aparición por sorpresa de Arruabarrena. Cabezazo y gol. Dos a cero y mucha tranquilidad. A partir de entonces, todo se le simplificó. Sólo quedaban los retazos de entusiasmo de los jugadores de Platense, que para colmo se quedaron con diez por la expulsión de Vattimos. Del otro lado, el equipo de Bianchi seguía entregando algunos de los motivos que lo mantienen como único líder: seguridad, sobriedad, sencillez...Boca, una vez más, demostró que sabe jugar contra los imprevistos: atrás, en su arco, les bajó a la persiana. Arriba, en el arco del otro, intentó alimentarlos, más allá de inconvenientes como los que planteó Platense. Siempre tiene razones este Boca. Siempre.


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