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      A Boca se le fue cuando estaba otra vez de fiesta

      A cinco minutos del final, un golazo de Riquelme había desatado el carnaval. Pero enseguida llegó el empate y la justicia. Si San Lorenzo gana hoy, quedará a sólo tres puntos de Boca.

      Redacción Clarín

      Mucho se habló de que si había un momento en el que Boca podía pisar en falso era justo anoche. No tanto por el rival, sino por el número de la fecha: el muy a menudo fatídico 13. Pero finalmente, en La Plata, el 13 no fue tan yeta para Boca. Es cierto que Estudiantes le empató en tiempo de descuento y le sacó dos puntos que ya parecían abultar el bolsillo del líder. Pero no menos real es que Boca no la había pasado del todo bien en el primer tiempo y que en varias jugadas Muñoz tuvo que disfrazarse de Córdoba y de Abbondancieri juntos para evitar la derrota.Lo cierto fue que ayer empató Boca. Mejor dicho, Estudiantes le empató a Boca. Y estuvo bien. El equipo platense se quedó contento porque, con ese gol agónico de Bruno Giménez, rescató un punto cuando todo parecía perdido. Y los de Boca no se amargaron demasiado: Palermo, el Mellizo y compañía estiraron el invicto a 37 partidos y la diferencia con San Lorenzo a seis puntos. Lo que no es poco.Arrancó con emociones el partido. Lo que no significó, claro, que estuviera siendo bien jugado. Mucha fricción, algo de desorden, ideas escasas. Y de ese raro cóctel, fue Estudiantes el que más provecho sacó. Porque lo tuvo bastante bien maniatado a Boca, porque en el medio todos los rebotes les cayeron a sus jugadores y, fundamentalmente, porque Giménez anduvo con el gol en la punta del botín.Así, y con la tribuna local pegadita a sus espaldas, el pibe Muñoz se revolcó y voló de un lado al otro. De los 19 a los 22 minutos, el equipo de Patricio Hernández estuvo a punto de gritar gol. Primero, tras un error de Pereda, se lo perdió Giménez. Después Muñoz se lo tapó al propio Bruno y a Azconzábal en la misma jugada. Y por último, el arquero la mandó al córner con un manotazo a tiempo.¿Y Boca? Fue poco -demasiado poco para un líder- lo que pudo hacer en este primer tiempo. Tuvo problemas en defensa y sufrió más de lo habitual: si hasta Samuel a veces cometió el pecado de dudar. En el medio extrañó horrores al lesionado Serna porque su remplazante, el Chino Pereda, no acertó en la marca y se confundió cuando la entregó. Riquelme, pese a los roces y la marca, se las ingenió para sacar cositas de la galera. Pero estuvo solo: a Palermo lo encerraron bien y Guillermo pareció más metido en el duelo con Rojas y con la gente de Estudiantes que en hacer lo bueno que hace siempre.Pareció, entonces, que Estudiantes le había encontrado la vuelta a este Boca puntero e invicto. Por lo tanto, se esperaba que saliera a liquidarlo en el segundo tiempo. Se esperaba... Pero no: Estudiantes, increíblemente, lo dejó a Boca empezar a ser Boca. Lo dejó de atacar como al principio, lo dejó acomodarse mejor a Pereda y a los del medio y los dejó a los muchachos de Bianchi irse encima de Bossio. Y así Riquelme empezó a hacerse dueño de la pelota y Guillermo hizo algunas de las suyas. Obvio: con esto, Boca mejoró. No lució, pero se pareció bastante más al Boca que comanda el fútbol argentino.El partido no cayó en lo emocional. Al contrario: tras un regalito (no pareció falta de Cardoso a Cagna), Juan Román Riquelme la clavó en el ángulo y elevó a todo Boca al delirio. Pero el incansable Bruno no quiso que toda la alegría fuera de Boca y, al final, estampó el 1 a 1 que dividió la torta en dos partes casi idénticas.


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