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      Cuando apretó el acelerador, River fue imparable

      Instituto, que regresa a Primera después de nueve años, mantuvo una actitud digna a pesar de la abultada derrota. Los goles del equipo de Ramón los anotaron Angel -2-, Aimar y Saviola.

      Redacción Clarín

      Volver a empezar significa renovar ilusiones. Y las ilusiones son más ilusiones si se vuelve a empezar como volvió a empezar River anoche. A puro fútbol, a puro golazo, a puro triunfo, imponiendo el peso específico de sus individualidades sobre un Instituto recién ascendido luego de caminar nueve años por la B Nacional, sobre un digno Instituto que parece querer escribir su destino con una postura elogiable, lejos del pelotazo.El Torneo Apertura entusiasmó en su apertura. En la cancha, por River y por Instituto, logró ganarle la pulseada a una noche apática, fría, con lluvia, con tribunas despobladas. Ganó por fútbol entretenido, por golazos y por emociones.Este nuevo River, casi sin los referentes que se cansaron de ser campeones (sólo quedó Astrada), arrancó con todo. Al ataque, presionando, tocando, con algunas jugadas individuales y colectivas para la sonrisa larga. Así, en el primer tiempo en especial, se las ingenió para generar peligro cada vez que aceleraba. River lastimaba por el medio y por los costados, lastimaba por donde encaraba. Lastimaba por el talento del Payaso Aimar, por la gambeta profunda de Saviola, por la movilidad efectiva de Juan Pablo Angel (terminó ovacionado) y por el equilibrio de Astrada, quien jugó un muy buen segundo tiempo.Con sus virtudes, cuatro lindos goles construyó River, muy lindos goles. El primero: Lombardi tocó para Aimar, fue a buscar la devolución de la pared y se la dejó de taco a Saviola, quien se la dio a Aimar para que sólo tuviera que empujarla. El segundo: Astrada lo vio a Angel, el colombiano la bajó de cabeza y Saviola, con una media palomita, puso en un rincón. El tercero: por la izquierda, en un contraataque, Gancedo la empaló para Angel, quien corrió, entró al área, enganchó haciendo pasar de largo a un defensor y sacó un derechazo imparable que aterrizó en un ángulo. El cuarto: arribó en el comienzo del segundo tiempo, como para aniquilar cualquier ensayo de reacción cordobesa; arribó luego de que Gancedo se la diera a Saviola, éste habilitara a Angel y el colombiano la mandara adentro con un derechazo, de primera; arribó para bajarles la persiana a los noventa minutos.Hubo más River de alto vuelo. Hubo más de ese River que hizo protagonista al debutante arquero Caranta. El pibe tapó cinco ocasiones claras, dos a Angel y una a Saviola, a Aimar y a Escudero.Más allá de los méritos del equipo de Ramón Díaz, no se debe perder de vista a Instituto, que no fue solamente los aciertos del arquerito Caranta, a pesar de los goles que sufrió. Instituto mostró lo suyo. Y lo suyo fue una actitud digna, con fútbol prolijo, tratando de jugar por abajo, de apostar al toque a partir de la capacidad de su capitán y enganche, a partir de Sarría.Es más: los cordobeses, en un momento, presionaron a River, lo encerraron en algunos minutos del primer tiempo. Igualaron transitoriamente con un cabezazo de Daniel Jiménez, quien les ganó en el salto a Lombardi y Sarabia. Con Sarría, más la velocidad y la movilidad de Castro y la potencia de Jiménez, asustaron a Bonano en varios pasajes. Además, el árbitro Angel Sánchez no les cobró un penal claro cuando el partido estaba 1 a 1. No es poco si se considera que Instituto es un equipo recién ascendido, que busca adaptarse a la nueva categoría con todo lo que eso implica. Por eso los parámetros del análisis son mucho menos flexibles para River que para el equipo de Ernesto Corti (fue alentado por los hinchas de River, su ex club). Si Instituto no hizo más ofensivamente fue, en gran medida, porque a Sarría le faltó un socio para crear.Lo concreto es que River supo imponer lo suyo y redondeó un 4 a 1 justo. Ilusionó este River de Ramón Díaz que apuesta a quebrar la hegemonía de Boca. Quedó claro: volvió a empezar River.


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