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      Cuando va al ataque, River mata

      En Núñez hubo de todo: emotividad, ritmo intenso, muchas llegadas y errores defensivos. Y una labor notable de los delanteros locales. River está en la punta junto a San Lorenzo.

      Redacción Clarín

      El perfil del caminante lo da el modo de caminar. Y el modo de caminar, como cualquier atributo, se nutre de lo innato y de lo adquirido. Entonces, como River le endosa determinación general a esas sobresalientes características particulares que tiene en ataque, gana y convence. Por más que termine recibiendo tres goles de parte de un equipo del interior sobre el mismísimo suelo del Monumental. Por más que ofrezca grietas en el fondo, que no regule y que de golpe pase a perder 2-1 después de haberse puesto en ventaja en el arranque del partido. Este River modelo 99 de Ramón Díaz, frágil atrás y demoledor adelante, es así. Va y va. Y aunque le tapen un par de tiros, cuando va con este modo de ir, resulta imparable. Y gana por decantación. Y convence por todos los costados: al que tiene en cuenta los resultados y su postura para conseguirlos, los cautiva; al que tiene en cuenta los resultados, y sólo los resultados, le muestra que ya volvió a sentarse en la punta del campeonato.Con una notable producción de Pablo Aimar, Javier Saviola y Juan Pablo Angel, al fin y al cabo erosionó a un Belgrano de Córdoba que nunca se recostó en defensa, que por momentos lo complicó y mucho -sobre todo con el manejo de José Luis Villarreal y el despliegue de Ariel Montenegro-, y que en definitiva tuvo una buena parte de responsabilidad para que el partido ganara el rótulo de partidazo.Es cierto que hubo errores, de un lado y del otro. Es cierto que la salida por lo general no fue prolija. Pero el traslado fue rápido, el desarrollo resultó electrizante de principio a fin, hubo siete goles (cuatro en la primera media hora de juego) y pudo haber más. Y pese a un par de factores que conspiraron. Uno: el pobre arbitraje de Oscar Sequeira, quien recién en el final sacó dos amarillas y no tuvo más remedio que echar a Labarre por la trompada que le dio a Angel. Además, se equivocó en varios fallos, incluido un penal de Sergio Castillo a Pablo Aimar en el inicio del segundo tiempo que ignoró por completo. Y dos: el mal estado del campo de juego.La lluvia ya parece haber sacado abono en el Monumental. Llovió en la primera fecha, ante Instituto; llovió en la tercera, ante Colón; y llovió ayer. Pero este River está decidido a modificar aquella vieja historia de los todo terreno y su relación con los campos complicados. Las nuevas 4x4 que tiene River cuentan con todo el confort. Aimar y Saviola giran, tiran caños contra la raya, y salen jugando como si nada. Como si todo, en realidad, fuese cuestión de aprovechar la dirección hidráulica en los metros decisivos de la cancha. Angel amortigua un centro, se la sirve a Saviola y Saviola estaciona el 1-0 sin necesidad de maniobrar bruscamente. Aimar llega hasta el fondo, frena sin dejar otra huella que la impotencia de su marcador, tira un centro corto y Saviola pone el segundo junto al primer palo. Aimar despacha un corner, Angel se eleva entre todos y estampa el cabezazo goleador. Saviola gana por la derecha, juega con Angel y el colombiano, de taco, pone el cuarto. A esa altura más que una nueva 4x4, el ataque de River parece el auto fantástico.A esa altura, claro, ya era el final. Sólo faltaba que se equivocase Sarabia para que Ariel Montenegro cerrara el resultado. Cuatro para River, tres para Belgrano. El propio Montenegro había empatado con un cabezazo que sorprendió al debutante Sessa. Y José Luis Villarreal había hecho el segundo de Belgrano con un bombazo desde lejos, tras una buena jugada colectiva. Belgrano lo había dado vuelta, pero antes de la primera media hora todo se reacomodó. El equipo cordobés siguió buscando y cada vez que lo hizo, complicó. Pero hubo una diferencia: River, cada vez que buscó, no complicó. Metió miedo.Con el paso irregular por la Mercosur, decididamente puntero en el Apertura. Así anda River. El equipo de Ramón podrá seguir ganando, acaso volver a ser campeón. O no. Mientras tanto, puede jactarse de su perfil. Del modo con el que encara el camino. Puede jactarse con razón.


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