Noticias hoy
    En vivo

      Independiente le puso un freno a la marcha de River

      El clásico tuvo un nivel técnico apenas discreto. River se puso en ventaja con un gol de Aimar y Marioni logró la igualdad para Independiente. Ambos tantos se concretaron en el primer tiempo.

      Redacción Clarín

      La expectativa del clásico se dividía en dos direcciones: ver la realidad del nuevo Independiente de Enzo Trossero en un partido difícil y comprobar la reacción de los explosivos y promocionados pibes-River en un partido difícil.Por razones de conocimiento público al Independiente de números magros de César Menotti se le reclamaba mayor solidez defensiva, menor ingenuidad, mejor marcación. Y la llegada de Trossero, con tres fechas realizadas y sin posibilidades de hacer cambios en el plantel, enfocó directamente hacia esos puntos. Había que pasar del primero atacamos y después vemos cómo marcamos al primero marcamos y después vemos cómo atacamos, según los discursos de uno y otro entrenador. Con los mismos nombres, se recalca. Cuestiones de gustos. Y de interpretaciones. Como lo de Menotti no había terminado bien, Independiente eligió el camino inverso (más allá de paladares negros y tradiciones futboleras) para cambiar su cara. Mitad cierto y mitad falso. Y en eso está.El conflictivo River de Ramón Díaz renació de sus ventas indiscriminadas y de la limpieza delineada por el entrenador con el lanzamiento de una fórmula fresca y atrevida: Aimar-Saviola. Y a ellos se le sumó el renacimiento del colombiano Angel. De pronto, River pasó a ser la sensación ofensiva del torneo. Con razones ciertas y con exageraciones. Porque al equipo se lo partió en dos. Y mientras llovían los elogios para el trío atacante, se descargaban las críticas sobre el movimiento defensivo. Lo de siempre en equipos con aptitudes y audacias ofensivas. Mitad cierto y mitad falso. Al final, las responsabilidades siempre son compartidas. Lástima que sea tan vieja y remanida la frase de la manta corta (Tim, entrenador brasileño de San Lorenzo en los años sesenta), porque dá la imagen exacta: el que ataca se descubre atrás, el que defiende no tiene potencia ofensiva. El desafío es encontrar el famoso equilibrio. La mayoría de las veces eso significa una maniobra dialéctica para disimular mezquindades.Al fin, se enfrentaron. Y calzaban perfecto para que cada uno apostara a su último proyecto: River a los pibes atacantes e Independiente a la fórmula para controlarlos. Salió empate en uno y podrá pensarse que Independiente cumplió su objetivo: la marcación -severa, a veces dura- sobre Aimar y Saviola no les permitió que desequilibraran. Pero como el fútbol no es una ciencia exacta valen estos ejemplos: a los 4 minutos tras una espléndida pared Saviola-Angel-Saviola éste quedó solo y su violento remate fue desviado por Pontiroli. A los 17, un disparo de Aimar (con roce en Pena y duda de Pontiroli) se transformó en el primer gol del partido. Moraleja: ninguna marcación garantiza infalibilidad.Pero River, en ventaja, y con Angel haciéndole la posta a la dupla con calidad y rapidez, decidió cambiarle el rol a su rival (mejor preparado para esperar que para ir) y eligió apostar al contraataque. Entonces, Independiente se quedó con el control de la pelota y el terreno y más allá del empeño de varios de sus protagonistas dejó a la vista su escasez de variantes. Apostó al centro como fórmula. Y el centro, cuando sale frontal, abierto, es nada más que un acertijo que -generalmente- suelen resolver los defensores, que esperan de frente. Alguna vez se acierta, claro. Acertó una Calderón y su cabezazo obligó a Bonano, siempre atento. En otra acertó Marioni y su cabezazo terminó en gol, fue empate.Quedaron a mano y a River le creció su obligación para defender la punta. Como Independiente no quería destaparse atrás, iba, pero iba con cuidado. Por eso se lo vio extrañamente controlado al pibe Cambiasso, como si se trataba de otro jugador. (Hasta se le colgó del cuello a Gancedo, sobre el final). Y se alternaban en la subida los marcadores, y los volantes. Sólo algunos intentos de Saralegui, la búsqueda de Marioni. Otro Independiente. Los mismos jugadores, mejores cuidados, menos audacia. Y River se empeñó en demostrar que era cierto eso de los dos equipos. Pelotazos desde atrás para que se arreglaran los de arriba. La buena actuación de Milito y algunos golpes anularon a Saviola. Aimar debió remar para reaparecer en el complemento. Y cuando Angel quiso hacerse pivote, 20 metros atrás, ya no tuvo la influencia del comienzo.Entonces, el River atacante no pudo. El nuevo Independiente lo controló, pero le faltó vuelo. Por eso la expectativa del clásico no se cumplió. La realidad de Independiente y la reacción-pibe de River dejaron algunas cuentas pendientes.


      Tags relacionados