El abogado Carlos Varela fue la última persona que habló, por teléfono, con los delincuentes que aún permanecían dentro del banco. La entrega era viable, afirmó a Clarín. Miguel -como él conoció a Javier Hernández cuando lo defendió por el robo a un banco en Rosario- estaba entrando en razones, pero Christian (como se hacía llamar Tito Saldaña) no se quería entregar, estaba muy nervioso, señaló. Paradójicamente murió Miguel, que estaba dispuesto a entregarse. Sólo querían el dinero, aseguró.
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