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      La economía no escucha pronósticos

      Redacción Clarín
      19/09/1999 00:00

      Pocas veces fracasaron en forma tan contundente los pronósticos oficiales. Y, de igual manera, los elaborados por la mayoría de las consultoras privadas, en relación con la evolución de la economía argentina en estos tiempos que nos toca vivir.Esta equivocación se debe a que muchos siguen sin entender la naturaleza de la crisis de la Argentina.En plena madurez de la tormenta financiera en el sudeste asiático, con la ola de incumplimiento de Rusia y con la recesión brasileña instalada, Economía, como si sus funcionarios vivieran en otro planeta, envió al Congreso un proyecto de Presupuesto para 1999 con una fantasiosa meta de crecimiento del 4,8%.Con el transcurso de los meses y las cachetadas propinadas por la realidad, el Ministerio modificó esa pauta de crecimiento tres veces, hasta vaticinar un retroceso del 1,5%.Pero una cosa es lo que quiere el Palacio de Hacienda y otra cosa es la vivencia económica cotidiana. En el primer semestre de este año, el país retrocedió un 4%. Prever, como se hizo, el 4,8% de crecimiento (positivo) y concluir con un 4% negativo revela ya no un error de pronóstico sino un despiste sin atenuantes.Con la recesión ya instalada y a toda marcha, tanto Economía como la mayoría de las consultoras privadas sostuvieron que la reactivación se daría, pero en el segundo trimestre de 1999. Los acontecimientos volvieron a pulverizar la nueva estimación: la actividad cayó 4,9%.En estos momentos insisten en que entre julio y setiembre habría comenzado la recuperación. En los hechos todo no pasa de un juego estadístico porque como la economía multiplicó el retroceso en iguales meses de 1998, ahora, inevitablemente, la caída es hipotéticamente menor. Pero no equivale a un salto, la actividad sigue achatada.El desfase de los pronósticos se debe a que los funcionarios y los especialistas miran con exclusividad las variables financieras o las bursátiles. Como últimamente éstas son más positivas, deducen que la reactivación está en marcha.Sin embargo, la realidad de la gente y de las empresas es bien distinta. El alto desempleo y la reducción del poder adquisitivo siguen castigando el consumo. El crédito está detenido por el temor a endeudarse. Las empresas eliminan gastos y personal al tener capacidad ociosa y están en deuda con los bancos.Como además se insinúa un nuevo ajuste fiscal (todos hablan de las exigencias del Fondo Monetario Internacional), que tendría efectos recesivos, todo indicaría que el desplome productivo tiene, todavía, un largo trecho por recorrer.


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