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      Chacarita ahogó la fiesta que anticipaba River

      Aimar, Angel, Placente y Zapata marcaron los goles del líder. Rosada, Schiavi de penal y Muller, en dos oportunidades, convirtieron para el local. Trotta desvió un penal y Coudet fue expulsado.

      Redacción Clarín

      La emoción de lo imprevisto. Las circunstancias burlándose de las razones. El delirio que mutó en tristeza. Y la amargura que se transformó en euforia. Y los goles, todos los goles. Algunos gestados, otros inimaginables. Un penal errado. A todo lo contuvo el fútbol. Ese juego, reinvidicado en algunos pasajes, maltratado también. Pero capaz de generar, por el juego en sí mismo y la voluntad (con aciertos, errores y horrores) de sus protagonistas, nuevamente en un espectáculo único. Incomparable. Como la marca todo el transito por este siglo. ese empate final, casi mágico. Porque no surgían argumentos para cualquier otra suposición, cuando la fe de Chacarita se desvanecía lejos de Bonano. River, este River cambiante, que pasa de la presunta solidez defensiva a una endeblez impensada. Y mete cuatro goles, nada menos. Y recibe cuatro, que son muchos, muchísimos. Y Chacarita que se anima a jugar con grandeza, porque en su libreto no existen ni el miedo ni las precauciones, a despecho de sus limitaciones. A ese River, que se probaba la banda de campeón le tocó chocar con un equipo digno. Y aunque la definición del campeonato imponga hacerle reverencias al resultado, el fútbol encontró un resquicio para la dignidad. Y hay que ofrecerle un pequeño homenaje. Porque sirve para creer. Y es aire puro en medio de tanta contaminación.Porque, quién podía sospechar que en 12 minutos las redes se sacudieran cuatro veces. Chacarita arrancó con prepotencia futbolera. Para graficarlo sin vueltas: fue al frente, a apretarlo a River, a jugarse en el ida y vuelta sin red especial de protección. Y se puso arriba con un gol de Rosada. Y River que respondió al desafío descansando en las gambetas inteligencia y despliegue de Aimar, por el medio, y Placente por un costado. Y empata con un tanto raro (Schiavi cabeceó hacia atrás y lo dejó solito a Aimar para que la pusiera a donde tenía que ir la pelota). Y al ratito Angel que despacha un violinazo espectacular. Y después Pagés que se anima, gambetea y es falta en el área de Trotta. Y es igualdad con un morterazo de Schiavi, que dejó sin defensa a Bonano. Y el poste derecho que le niega el grito al chiquito Rivero.Fueron 14 minutos alucinantes. Y hubo más, por fortuna. Porque Chacarita no renunció a ir y River debió ir como la establece su actualidad y su historia. Coudet se durmió en una jugada electrizante de Saviola y despilfarra su chance. Bonano le tapa un toque frontal a Alex Rodríguez. Jugadas vistosas, fallas defensivas, ritmo intenso, tensión. Y coraje, el que se pide desde afuera y se respondió desde adentro. Y dureza, golpes. Un cóctel explosivo. un penal más. Y Trotta que tira la pelota afuera. Un episodio que pudo trastocar la necesidad de River y la realidad de Chacarita. Y después bajó todo. La intensidad del juego, las llegadas seguidas a los arcos. Y River que saca ventaja ópticamente, porque Chacarita acusa el desgaste. Se percibe, entonces, para qué lado se inclinará la chapa. Se huele. Y es Placente el que quiere. La recompensa para uno de los grandes participantes de este partido recordable. No surgían evidencias en la cancha para intuir un desenlace distinto del de River ganador. Y Zapata empuja la pelota suavemente y estampa el cuarto. Un gol de nocaut. La pelota iba desde el arco de Chacarita hasta 25 metros de Bonano, sin pausas, sin circulación. Y Sarabia manda un pase largo y con metros y metros para correr, se anima y primerea, Baldassi lo habilita (Angel, adelantado, no participa). El paraguayo encaró, esperó a Saccone y lo puso al colombiano frente al arco, sin nadie cerca, Y Angel, quién sabe por que, ubicó su disparo por encima del travesaño. Pasa, esto, a veces, pasa.El carnaval es propiedad de River. Traßo final, almas felices, gargantas ardientes. A cinco minutos de la gloria, River se refugia y replica. Chacarita es desesperación y turbulencia. Y se produce un tiro libre. Y, como en todo el partido, lo ejecutó Rubén Capria. En el vale todo, nace un gol, mano mediante de Müller. Los de River la vieron, Baldassi no. Quedaba un puñado de minutos, parte el pelotazo número ciento y pico. Yepes la desvió hacía Müller y Müller acarició el balón que cayó mansamente en el arco. Impensado 4 a 4. Y Avalo casi provoca un milagro, enseguida. Y nadie reparó en tácticas, sistemas, estrategias. Un 4 a 4 inolvidable. Se fueron al tacho los planes. Y vivió la pasión, en el mundo de la pelota.


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