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      El nuevo River cantó victoria al final

      El empate en un gol parecía irremediable. Pero cuando faltaban dos minutos para el cierre, Damián Alvarez -también autor del primer gol- apareció justo para desnivelar el marcador.

      Redacción Clarín

      Fue más que disfrutable para River. Más que satisfactorio para este extraoficial debut en las sombras de Américo Gallego como entrenador. No porque haya jugado un partidazo, no porque lo que hizo en la cancha pueda meterles miedo a sus próximos rivales en el Clausura. Pero ganó 2-1, aunque no haya sido un vencedor claro y contundente, y encima tuvo ese plus de festejo que dan los triunfos sobre la hora. Bastante bien, en definitiva, para un equipo al que le faltaron varios titulares y que hacía apenas dos días se había quedado sin técnico.No le fue fácil, eso sí, y no hubiera tenido nada de extraño que el partido terminara empatado. Incluso el modesto Instituto tuvo algunas chances para pasar al frente en el marcador. Pero, a falta de la dupla mágica Aimar-Saviola, cuando al encuentro no le quedaba casi nada funcionó a pleno por segunda vez en la tarde la fórmula Damián Alvarez-Ariel Franco. Eso le bastó a River para irse con los tres puntos y dejar sin nada a su rival.El partido no tuvo un dominador claro en los minutos iniciales. River apostó a un mediocampo con cuatro volantes, con Ledesma y Berizzo custodiando la zona central. Franco, cuando se proyectaba por la derecha, encontraba facilidades ante la floja marca de Buján y Clementz, y Alvarez aparecía por la izquierda demasiado solo. Así fue que, pese a que Instituto había tenido más la pelota, River pudo adelantarse. Franco llegó bien hasta el fondo, sacó un centro bajo hacia atrás, y Alvarez recibió en el área y acomodó la pelota junto al palo sin que Cabrera pudiera hacer nada para evitarlo.Claro que River también tenía problemas que le costaba resolver. Y el principal era Sarría. El volante sacaba partido del esquema del mediocampo de River, donde la función de marcarlo se la repartían entre Ledesma y Berizzo. Pero Sarría aparecía continuamente a espaldas de los dos y dominaba la pelota a varios metros de la última línea de River. Así, era el eje por el que pasaban todos los ataques de su equipo. Fue a Sarría, justamente, a quien volteó Trotta cuando estaba entrando al área. Jiménez ejecutó el penal con un derechazo bajo y empató el partido.Apenas tres minutos después, Bonano se lució desviando un bombazo de Alaniz. Fue el mejor momento de Instituto, pero no le alcanzó. Sarría no encontraba un socio eficaz ni en Alaniz ni en Buján, y adelante Castro no acertaba una (sobre el final del primer tiempo quedó solo frente al arco y sacó un tirito que Bonano retuvo sin dificultad). Jiménez ponía empeño y protestas, pero no alcanzaba.River tampoco podía aprovechar las ventajas que daba Instituto atrás, porque a los buenos intentos de Alvarez y Franco les faltaba continuidad, y porque Rambert y Cardetti hacían extrañar muchísimo a Angel y Saviola.Con los cambios, en el segundo tiempo, River salió favorecido. Al ingresar Zapata, el mediocampo se reorganizó -tres volantes y Alvarez como enganche definido- y Sarría ya no tuvo tanta libertad para manejar los hilos del ataque. Y la habilidad de Cuevas, con intermitencias, le agregó profundidad a los intentos visitantes. Igual, Instituto seguía provocando algunas preocupaciones de contraataque.Los dos tuvieron chances. A Sarría le quedó una pelota en el área chica, pero no pudo darle potencia y Bonano contuvo en la línea. Enseguida, en una buena jugada personal, Cuevas se sacó dos marcadores de encima pero su remate se encontró con una gran atajada de Cabrera. Y el árbitro le anuló mal un gol a Cardetti.Con el correr de los minutos, los dos perdieron profundidad y el empate parecía inamovible. Pero a dos del final, Alaniz perdió una pelota en el medio. Sobre la derecha, Franco y Alvarez armaron una pared perfecta, y Damián terminó el golazo con un derechazo que se clavó en el ángulo. A la voluntad de Instituto para ir a buscar el empate no le quedó tiempo.Para los locales, un nuevo golpe, que hace sonar más fuertes las alarmas que avisan del peligro de descenso. Para River, una prueba superada. No da para euforias ni entusiasmos desmedidos, pero es una muy buena manera de arrancar para este equipo al que una larguísima interna le estalló justo cuando empezaba el torneo.


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