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      Las discusiones van a disimular un clásico muy chato

      Racing se puso en ventaja con un gol de Estévez, en el primer tiempo. Y Boca salvó un punto al convertir Guillermo Barros Schelotto de penal, en el complemento. Fue expulsado Navas.

      Redacción Clarín

      Para este tiempo del fútbol, más efectista que efectivo, superficial que profundo, bastante antiestético, prisionero de resultados pasajeros, exitista por naturaleza, la intempestiva decisión del árbitro Giménez, que vio penal con sus ojos (manotazo de Lux a Arruabarrena) sin tener el aval de los ojos benditos de la televisión (porque en la cancha el que se dio cuenta fue un superdotado), es una excusa perfecta para tapar la vulgaridad del juego. Que eso quede claro. Todos los reflectores y el palabrerío apuntarán a ese penal, sumado a la dudosa posición de Estévez en el gol de Racing. Una combinación ideal para engendrar la polémica. Y razones aparte, de la legitimidad o ilegitimidad de ese fallo contra Racing, es mucho mas preocupante e importante (suponemos) la calidad del juego entregado.Es que a planteos parecidos en ambos equipos, defensas, volantes, enganches y delanteros, la cuestión pasa por quienes aciertan más pases seguido, la individualidad que aporta para el conjunto, el viejo y nuevo secreto de siempre: defender y atacar con eficacia teniendo la pelota de por medio. Ese es el tema.En el repaso de los noventa minutos quedaron expuestas las realidades de Racing y de Boca. El equipo de Costas dependió del ingenio y la capacidad técnica del Sixto Peralta. Cuando el mediocampista acertó, en la ubicación para recibir, en el toque corto o largo, si aceleraba u ordenaba la salida, Racing amagó con ser un equipo medianamente armónico. Pero fueron ráfagas, porque muchas veces prefirieron los del fondo o los otros del medio, lanzar pelotazos para que se las arreglaran Estévez o Cordone. Como los delanteros de Racing son empernidos gambeteadores, no habitualmente en los lugares donde lo deben hacer, las jugadas de real peligro no fueron muchas: Un disparo de Cordone que anuló Córdoba (rechazó mal y habilitó al atacante), otro de Estévez (puesto en acción por Peralta), un pelotazo de Bastía (que hizo pasar la pelota al lado del poste derecho) y la arremetida de Banegas, casi al final, resuelta muy imperfectamente por el defensor, es el resumen estricto. Poco, claro.El juego de Boca no se diferenció del de Racing, al contrario. El debutante Pérez resultó más útil rechazando de cabeza en su área, más el tiro libre que terminó con la pelota impactando en el ánqulo izquierdo, que por sus cualidades como ordenador de salida y arribo. Pero, a despecho de las impurezas de los volantes de Boca, cada centro desnudó la fragilidad de Racing para contener si la pelota les caía del aire: Moreno cabeceó varias, mal pero varias. A Bermúdez le faltó un poquito de puntería, porque metió dos frentazos (el segundo en la maniobra del penal) en los dos travesaños, Guillermo estuvo cerca de embocarla, también con su cabeza. Y podemos contar un toque de Giménez que no entró por poquito. Boca, en ese balance, fue más agresivo.Ahora, ¿eso es un parámetro para medir rendimientos? Humm... Boca tiró tantos pelotazos de destino incierto como Racing. Además, arrancó rápido en ataque únicamente cuando se aventuraron Monserrat y Lux al mismo tiempo, caso contrario maniobró con lentitud y su mejor fórmula fueron aquellos centros altos. Apretó un poco enseguida del 0 a 1, pero por abajo no dio nunca la impresión de arrimarse en serio. Al punto que Bianchi puso a Cristian Giménez, Moreno y Guillermo para cambiar la insolvencia ofensiva y los mantuvo después de la expulsión de Navas. Obviamente, al empatar Guillermo, de penal, ingresó Matellán por Moreno. Un punto es un punto.El partido a los imparciales difícilmente pueda haber entretenido. Y eso que hubo espacios. Lo que no hubo fue juego. Corrieron, metieron, como para dejar a salvo el orgullo o el presunto coraje. Al cabo lo que pide la mayoría en las tribunas. Y a propósito: en una época, por la categoría y las intenciones, a los franceses se los premió con una distinción: fútbol champagne. Nosotros vamos en camino de patentar el fútbol limón, por lo agrio.Por eso, el empate dejó nada. Si hasta Samuel anduvo muy flojito. Por eso, las sanciones de Giménez le pondrán un tul a este preocupante presente futbolero. O quizás haya que ir entendiendo que cada vez se ofrece menos calidad, porque a nadie le importa demasiado. Porque si lo único que sirve es ganar, ayer Racing y Boca olieron a derrota. ¿O no?


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