Noticias hoy
    En vivo

      Boca no pudo y Lanús arriesgó poco

      El equipo de Bianchi no jugó bien. Se puso en ventaja a través de Moreno y diez minutos después igualó Vilallonga. En Boca debutó oficialmente otro santiagueño: el pibe Marchant.

      Redacción Clarín

      Dio resultado la conjura de las imprecisiones. Al cabo, la discusión quedó planteada ahí, en el mediocampo, y el juego nunca supo qué rumbo tomar. Dio resultado el abanico de repeticiones desplegado a la hora de pretender claridad. Si el uno a uno terminó envolviendo en el mismo paquete la impotencia de Boca y la tibieza de Lanús, entonces el resultado no se circunscribió sólo al empate. Noventa minutos vacíos de jerarquía, con más confusión que ideas, con más barullo que delicadeza. Ese fue el resultado. ¿Qué dirá el buen gusto? No tiene más remedio que esperar.oca, claro, por compromiso con la historia, con la coyuntura de ser local, y hasta por inercia, buscó y buscó. Y terminó enfocando el partido hacia el arco de Claudio Flores. Pero ni en esos minutos postreros, en los que intensificó la presión, fue capaz de desestabilizar la resistencia de Lanús, que con Mariano Fernández a la cabeza sólo hizo lo previsible: sacar esos centros frontales que nunca sorprenden a nadie.oca no exhibió variantes para llegar. No utilizó el ancho de la cancha, no aceleró sobre la marcha como para generar sorpresa, no desprendió a sus laterales ni a sus volantes por afuera. ¿Qué hizo entonces? Dejó que los batalladores que puso Miguel Angel Russo en el medio (Zubeldía, Carboni, Kmet) marcaran el ritmo, y en ese contexto, al iniciar la búsqueda eligió siempre el mismo camino: por el medio. Se cerraba Pereda, se cerraba el pibe Marchant (debutante en partidos oficiales), Ibarra chocaba con Kmet, Matellán con Zubeldía, y las saludables intenciones de Omar Pérez se diluían entre tanta congestión en el mediocampo.Aún no había llegado Boca a verle la cara al arquero Flores cuando se puso en ventaja. Fue una asociación rápida en las inmediaciones del área visitante hasta que Pérez sacó un pase recto y bajo -la pelota pareció una flecha- y Moreno prolongó el recorrido para poner el uno a cero. Al ratito Pérez ejecutó un tiro libre habilitando a Marchant y el disparo del volante fue neutralizado por Flores. Fue la segunda y última llegada clara de riesgo edificada por Boca. Ya en el segundo tiempo, a diez minutos del final, el Vasco Arruabarrena (sucesor de Matellán) pudo aumentar pero conectó un cabezazo débil y Flores, atento, dijo gracias.Aquel uno a cero, de todos modos, no se quedaría a vivir mucho tiempo. Se equivocó Traverso, perdió la pelota, apareció Kmet, cedió a Vilallonga y este selló el empate. Que por tanta desprolijidad compartida, estaba bien puesto a esa altura. Era justo. Y le quedó justo al partido, nomás.Hubo cambios y más cambios en el segundo tiempo. Pero, en esencia, nada cambió. Ni la voluntad de Arruabarrena ni la habilidad de Guillermo Barros Schelotto -reemplazante de Christian Giménez- pudieron torcer la historia. Battaglia, que jugó todo el segundo tiempo por Traverso, no fue suficiente como para cortar y distribuir el juego a pedir de Boca. Y Lanús, ya sin Klimowicz -lesionado-, se dedicó a mantener dormido el juego que Boca no podía despertar.El equipo de Russo, eso sí, no se refugió peligrosamente cerca de su arco. Siempre le planteó la pulseada en el medio a su anfitrión y en ese sector fue en donde naufragó Boca. Desde el arranque cayó en un laberinto al que no le pudo encontrar la salida. Incluso, en aquellos minutos iniciales en los que el cuadro de Carlos Bianchi no dio señales de vida cerca del arco visitante, Lanús pudo convertir a través de Diego Klimowicz.Pero más allá de situaciones puntuales, la oscura producción general de Boca debe resultar a esta altura, cuando todavía queda casi todo el campeonato por delante, un llamado de atención. Porque fue preocupante. Y porque las exigencias no terminan en el Clausura, también está la Copa Libertadores. Le faltan piezas clave a Boca, es cierto. Y tiene juveniles, los que se lucieron una noche de verano en Mar del Plata nada menos que ante River. Pero ayer quedó la sensación de que el tiempo del recambio aún no llegó, que los frutos necesitan madurar. Y Boca, al fin de cuentas, resultó lo mismo que Lanús: un manojo de voluntades sin vuelo. Por eso salió el partido que salió. Por eso el buen gusto no tiene más remedio. Y debe esperar.


      Tags relacionados