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      River hizo pesar su poderío para llegar bien arriba

      En una producción despareja, el equipo visitante inclinó la balanza por su mayor capacidad individual y quedó transitoriamente como único líder. El juvenil Damián Alvarez fue la figura.

      Redacción Clarín
      12/03/2000 00:00

      River encontró en Córdoba más motivos estadísticos que futbolísticos para ilusionarse con la pretensión del bicampeonato. Venció con poco, pero merecidamente, a Belgrano y quedó solo en lo más alto del campeonato. Además, sigue invicto con Américo Gallego como entrenador, contabilizando sus dos etapas. Y aunque el partido de anoche no tuvo el brillo de aquel del Apertura -ese 4-3 en Núñez, con la aparición estelar del trío Aimar-Saviola-Angel- River se fue con una sensación similar: la satisfacción de la victoria y el liderazgo.De todos modos, River tendrá que encontrar algunas respuestas para la gran incertidumbre de los equipos que disputan el Clausura y la Libertadores: el desgaste. Desde el comienzo del torneo local, River jugó todas las semanas dos partidos. Y en algunos momentos, como anoche, se observan ejemplos de esta circunstancia. Por ahora le alcanza con pedacitos de talento, con los destellos de algunas individualidades. El tiempo determinará qué precio pagará por la doble apuesta.Las complicaciones que representó Belgrano -un equipo con limitaciones; el tercero más goleado del torneo-, especialmente en el primer tiempo, al cabo se desvanecieron ante la aparición de los dueños del desequilibrio del equipo de Gallego. Pero ese costado de ayer resulta inocultable: al margen de esos primeros 20 minutos en los que se apoderó de la pelota, padeció en el primer tiempo. Primero, ante el orden defensivo de Belgrano; después, ante la movilidad del dúo Lujambio-Carnero y el despliegue de Solana. En consecuencia, a River no le resultó fácil vulnerar a Belgrano. Incluso, en esa etapa, no pudo llegar a través del juego asociado. Entonces, apeló al recurso del remate desde media o larga distancia. Pero los intentos de Damián Alvarez -el más claro de la cancha, por intención y ejecución- y de Martín Cardetti se fueron desviados. Además, se sintió la ausencia de Juan Pablo Angel. El colombiano, fundamental para el técnico Gallego, había convertido 6 goles en 7 encuentros. Para colmo, River -y también el partido- chocó contra un inconveniente inesperado: el árbitro Angel Sánchez. No cobró un claro penal de Medina a Saviola, no amonestó a tiempo y varios de sus fallos dejaron dudas.Pero a pesar de estas circunstancias y de la medianía en la que el partido estuvo preso, River encontró la solución que más le simpatiza para sacarse de encima a Belgrano: el peso de sus individualidades, por más que hayan aparecido de a ratos. El mismo Aimar, que en el primer tiempo casi no había participado, puso -a los 7 del complemento- un pase perfecto para Cardetti, quien definió de zurda ante la salida de Ragg. Uno a cero.Pero el problema que parecía resuelto volvió a instalarse. Tanto que Belgrano estuvo a punto de empatar, pero Carnero -tras construir la mejor jugada de Belgrano- definió mal, solo después de gambetear a Bonano. Es cierto que River tuvo algunas llegadas más como para acceder al final con mayor tranquilidad, pero las desperdició. A esa altura, River ya estaba pensando en el futuro inmediato (el partido del miércoles ante Atlas, en Núñez por la Copa). Los cambios sirven de testimonio: Gancedo, Franco y Castillo por Saviola, Aimar y Cardetti. Cosas de este River que cambia, que rota, pero que no se resigna en ninguna de sus dos apuestas.


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