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      En el ida y vuelta, Angel hizo pesar su gran momento

      El colombiano marcó los tres goles y fue la figura. Rodríguez de penal y Osorno anotaron para el Atlas. Hubo preocupación por un golpe que sufrió Angel en la nuca, pero no pasó de un susto.

      Redacción Clarín
      16/03/2000 00:00

      River va tirando y va tirando más que bien. Invicto desde que asumió Gallego, con 30 partidos sin perder por la Copa, y casi clasificado, anoche pasó el escollo del buen equipo mexicano. Cuando más hacía falta, cuando la noche se hacía más noche, apareció como nunca el fútbol de Aimar y el olfato de Angel para marcar, y River recuperó la sonrisa y mantuvo la racha. Y todo en un buen partido, fundamentalmente por lo que hicieron los dos en el primer tiempo.Nada que ver con la tradición de la Libertadores, con su esquiva tradición. River y Atlas entregaron un partido casi de otro mundo, las emociones no dieron respiro, los goles tampoco. Es que, rara avis, los dos buscaron hasta viciosamente el arco rival, y la pelota, loca de contenta, fue y vino generosamente tratada. Mucho ayudó al buen espectáculo en el Monumental, la postura del equipo mexicano que jamás renunció al ataque, que tocó y tocó, que nunca se refugió, que atacó con cinco y hasta con seis hombres. Y River que al principio se sorprendió. Pero cuando pudo acomodarse, cuando Aimar descubrió que el colombiano Angel andaba en una noche de inspiraciones, sacó pecho, desempolvó su orgullo, y gritó que nadie lo iba a llevar por delante en su casa.Pero el primer tiempo del fútbol-emoción había arrancado favorable a River, a pesar de que los mexicanos asustaban cada vez que pasaban al ataque. Después de que por momentos el visitante mostrara mejores argumentos con la pelota en los pies, a los 25 llegó el primero de la larga producción de Angel: un pase-centro de Aimar como siempre, en el camino la desvió Saviola -en offside- y el colombiano en soledad le empujó al 1 a 0.Parecía que llegaba la calma al Monumental después de las tres claras jugadas de gol que había armado ese trío que metía miedo y que formaban los tres de punta, bien de punta, que presentó el Atlas: Cásseres, Hugo Castillo -ex Deportivo Español- y Osorno. Pero no. En dos minutos el equipo mexicano calentó el ambiente: Lombardi cometió una infantilidad, tomó de la camiseta a Osorno, y el penal fue mandado al empate por Rodríguez. Y de inmediato Cásseres le puso un pase de maravillas a Osorno, quien tras eludir a Yepes, la puso junto a un palo.Con el 1-2 River se sintió tocado. Claro que le dio gracias a Aimar, quien aún sin socios -ni Coudet ni Gancedo acompañaron- se dio maña para generar todo el fútbol de su equipo; y también agradeció a Angel, el delantero que no para de hacer goles en cada presentación en la Libertadores. Y los socios del grito aparecieron enseguida para el empate y para el 3-2: Aimar mandó otro centro preciso, y Angel cabeceó espléndidamente hacia la igualdad. Y después Pablito se la cortó con maestría al colombiano, quien sereno, como un sabio, eludió al arquero y convirtió.Si su postura desde el arranque había sido generosa, ni qué decir de cómo salió el Atlas en el segundo tiempo. Pero sorprendentemente, el DT Lavolpe dejó en los vestuarios a Cásseres. Eso le quitó chances al Atlas. Pero River también fue otro en cuanto a los errores defensivos que cometió al principio. Es que en la primera etapa, los mexicanos lograron abrir grietas entre el volante Pereyra y los defensores Trotta y Yepes, y para colmo atacaron por las puntas, y Lombardi y Placente no eran grantías de nada. Pero en el complemento River achicó distancias, individualmente los de atrás mejoraron, y así, aunque no renunciara al ataque, Atlas ya no llegó con facilidad.Es que en realidad si bien el partido mantenía la atención, el ritmo ya no fue el mismo del primer tiempo. A medida que el tiempo se fue consumiendo, River apareció más entero, más compacto, e incluso, como ocurrió a los 33, estuvo más cerca que su rival de llegar al gol -y eso que Angel fue reemplazado por un traumatismo en la nuca, que obligó a llevarlo a una clínica para realizarse un estudio--. En ese instante, un cabezazo de Trotta dio en el palo, tras desviarse en el arquero.Finalmente River terminó tranquilo. El Atlas lo había hecho sufrir, pero aún en las malas aparecieron las virtudes, que esta vez tuvieron dos apellidos esenciales: Angel y Aimar.


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