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      La cautela dejó a Boca y a Vélez en un cero grandote

      El partido ofreció aislados momentos de emoción, que achicaron la posibilidad de triunfo para cualquiera de los dos equipos. Sobre el final, fueron expulsados Bermúdez y Chilavert.

      Redacción Clarín

      En este fútbol nuestro, los desencantos son cada vez menores. Por rutinarios, obviamente. Y aunque la resignación no figure en la agenda dominical, es difícil sustraerse de la cultura de esta discreta cotidianidad. Porque Boca y Vélez no se escaparon a ese molde. Prefirieron primero resguardarse y después, atreverse. Jugaron a riesgos mínimos. Y el cero, con excepción de un par de sacudones normales para 90 minutos, generados por el empecinamiento de algunos actores puestos en función ofensiva, casos Moreno, Darío Husain, Camps, el mellizo Guillermo, uno que otro lanzamiento de esquina, en los cuales aparecieron Bermúdez, Samuel y las aisladas participaciones en la zona de definición de Marchant, Bassedas, Riquelme, Eduardo Domínguez o Arruabarrena, marcó el empate. Un gol no hubiese cambiado el concepto, quizá pudo desatar la euforia efímera del resultado ganador. en los sistemas está la clave. Los tres del fondo de Vélez, Cubero, Méndez y Federico Domínguez, fueron asistidos por Castromán en la derecha y Eduardo Domínguez por izquierda: la persecución que ejerció Claudio Husain sobre Riquelme, más Falcón, por si acaso, en números, siete perseverantes para contener. Es verdad, Eduardo Domínguez intentó ocupar lugares ofensivos, pero conoce más de defender que de atacar. Y lo mismo Castromán, aunque con mayor oficio de volante. Así, Vélez apretó incansablemente y Chilavert sufrió sobresaltos mínimos.A Boca le costó, siempre le costó, quebrar esa barrera. Porque lo encimaron a Guillermo en cualquiera de los dos costados, porque lo acorralaron a Moreno, no le dieron tregua ni a Ibarra (más decidido en el complemento a mandarse usando el recurso de su habilidad) ni a Arrabarrena, lo que obligó a Riquelme a controlar la pelota, mirar y después buscar la maniobra, aunque fue poquito al área, prefiriendo los disparos desde afuera. Navas no descuidó su sector y Traverso se encargó de Bassedas, con bastante tarea en los 45 iniciales, pero absorviendo al creador de Vélez, en el complemento.Un rato de Vélez, que no superaron los 20 minutos de apertura, con un par de llegadas interesantes bien resueltas por Córdoba antes disparos de Camps o Darío Husain. Paridad enseguida en el manejo de la pelota, en los esfuerzos por ser prolijos sin avances peligrosos y la iniciativa a favor de Boca, pero ineficiente para fabricar apróximaciones netas, esas que ubican a un delantero o volante contra la nariz del arquero. Apenas picos de emoción, como ese tiro libre que rechazó corto Chilvert y no pudo culminar bien Traverso. Lo demás, pelotazos desde lejos, que sirven para cosechar aplausos por los intentos, como esos de Riquelme y Moreno que superaron la altura del horizontal.Más de lo mismo tras los 26 minutos que tardaron los equipos en reanudar el juego. Un descanso soporífero y una continuidad atada a las reglas de la precaución. Pareció querer más Boca, pero hasta ahí, suficientes para provocar sustos no para liquidar el pleito. Un cabezazo de Traverso dio la sensación de gol, pero no. Vélez, descansó en las solitarias corajeadas de Darío Husaín, sin socios activos para aprovechar su movilidad.Un cero rutinario fue el saldo. El ingreso de Delgado por Moreno es otro síntoma, delantero por delantero, un punto seguro es objeto de deseo antes que apostar sin vueltas a quedarse con tres. A Vélez le funcionó el negocio, porque Federico Domínguez fue impasable, Méndez rechazó y cortó mucho, Cubero no se distrajo. Y los otros corrieron con la idea fija de impedir. Boca amenazó o trató de ir, pero con la técnica de Riquelme como estandarte, a veces, no alcanza. Y no le alcanzó.No es para sentirse defraudado. Ni mucho menos. La realidad indica que si las individualidades no desequilibran ningún equipo funciona a pleno. Pasó con Boca y pasó con Vélez. Además, si la cautela es materia prioritaria, poco se puede agregar. Y más queda por lamentarse.


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