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      River olvidó su fútbol y fue sólo un punto

      El equipo de Gallego tuvo una tarde floja: jugó sin vuelo, pasó algún susto y, para colmo, Angel, que hizo el gol de la igualdad, se lesionó.

      Redacción Clarín

      El conocimiento suma. Pero la sabiduría suma y multiplica. Entonces, como River sabe que dejó en el camino dos puntos valiosos y sabe perfectamente también que se le complica el panorama con la presencia de Angel en la lista de lesionados, deberá tomarse cuanto antes un buen trago de filosofía oriental para refugiarse en la calma. Porque debe saber River que tiene con qué, vaya si tiene con qué seguir dando pelea en el torneo doméstico y en la Libertadores. Lo peor que podría pasarle al equipo de Américo Gallego sería dormirse en el lamento por la opaca producción de ayer.Este partido con Lanús es para empaquetarlo y dejarlo archivado en el olvido. O bien para rebobinarlo y sacar las conclusiones de lo que no se debe hacer. Porque mientras Lanús hizo lo que pudo -puso esfuerzo, despliegue y sin ninguna duda equilibró la pulseada de los merecimientos-, River sólo jugó como para jactarse de su estirpe durante un puñados de minutos en el primer tiempo. Ahí sí fue River. Llegó por afuera, buscó la asociación rápida, hizo revolcar al arquero Claudio Flores. Todo en aquellos primeros veinte minutos del partido, en los que quedó incluida la gran jugada colectiva que terminó con el gol de Juan Pablo Angel, que sería el uno a uno definitivo.Pero más allá de esas secuencias que se consumieron con la velocidad de un rayo, River exhibió flaquezas en el fondo, confusiones en el medio y barullo de tres cuartos hacia adelante. Lo había sorprendido Lanús en el arranque. Todavía no había podido hacer pie River cuando Silvio González despachó el centro desde la izquierda y por atrás de todos llegó Zubeldía para convertir el primer gol de su carrera en Primera. Ese gol pareció herir el corazón de River. Y River fue. Y entonces se juntaron por un rato Damián Alvarez, Zapata, Saviola y Angel. Pero de pronto, un rato después del empate, el equipo que buscaba seguir siendo puntero se quedó sin alma. Se sumergió en la intrascendencia del contexto. Y ya no la combatió más.ancedo no fue salida por la derecha. Para colmo no contó con el apoyo de Lombardi. Ledesma empezó bien, pero de a poco fue perdiendo la brújula, Zapata también se desinfló, Damián Alvarez corrió más de lo que produjo, Saviola terminó maniatado por la figura de la cancha, Denis Caniza, y la luz de Angel también se apagó después del gol.Tanto que había reclamado Gallego por días de trabajo, las dos semanas de ensayo general entregaron una puesta en escena más híbrida que cautivamente. Ausente Aimar -desgarrado-, Damián Alvarez no fue suficiente para reemplazarlo en toda su dimensión. Es más, aunque para el equipo de Miguel Russo no estaba nada mal el empate (de ahí el traslado lento del segundo tiempo), en el último instante del partido tuvo que aparecer Bonano para ganarle un mano a mano a Sebastián Coria, sucesor de Silvio González. Así fue, entonces, como quedó a salvo el invicto de River en la era Gallego.Claro que si Coria hubiese hecho ese gol postrero, hubiese sido demasiado premio para Lanús y demasiado castigo para River. Si hubiese convertido Cardetti, cuatro minutos antes, cuando su disparo chocó contra el poste derecho del uruguayo Flores, también hubiese quedado flotando una sensación de injusticia. El empate, en definitiva, era el moño que mejor podía vestir el resultado de este partido.Después de la expulsión de Ezequiel Carboni, por doble amarilla (dos minutos antes, en una situación similar, el árbitro lo perdonó a Ledesma), Lanús reacomodó las piezas en el mediocampo pero en esencia nada cambió. Aún le quedaban trece minutos al partido, pero River siguió igual de endeble en su juego y en su espíritu.Es preocupante el futuro inmediato de River sin Angel y sin Aimar. Y más teniendo en cuenta la cadena de partidos que se le viene: mañana viaja a Santiago para visitar el jueves a la Universidad de Chile por la Copa. Pero tampoco es como para abrirle la puerta a la desesperación. River tiene caudal cualitativo en su plantel y lo sabe. El tema es que lo sepa utilizar.


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