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      Boca arrancó con una goleada sin contemplaciones

      Los goles los marcaron Palermo, en dos oportunidades, Bermúdez y Barijho. Córdoba le atajó un penal a Kuhl, en el segundo tiempo. Argentinos resistió un poquito más de veinte minutos.

      Redacción Clarín
      31/07/2000 00:00

      Algún día, con tanto aluvión de partidos, con tanto abuso del negocio, con tanto desprecio por el interés y el sentimiento del otro (el aficionado, el hincha, el tipo común), y en medio de esta recesión lacerante), los dirigentes y/o los dueños del fútbol argentino se van a encontrar con las canchas enteramente vacías. Y empezarán a pensar, quizás. Porque así ni el negocio sirve. Porque no es negocio, ni para la televisión, el fútbol de tribunas desnudas.

      El viernes se inició el torneo Apertura 2000, once días después de la conclusión del Clausura 2000 (la inversión de las denominaciones parece la moraleja del descalabro), sin tiempo para descansos, preparativos, duelos (por las partidas masivas de jugadores nativos), ni ilusiones afiladas (por los nuevos prospectos). Y, entonces, todo siguió más o menos igual.

      Tan igual que Boca, sin la presencia del rebelde Román Riquelme, y con la dupla Matellán-Fagiani en la franja que antes ocuparon Samuel y Arruabarrena, más la ausencia del mellizo Guillermo, otra vez hostigado por su estigma de los desgarros, hizo su debut casi con piloto automático. Sin brillos, sin maniobras para el recuerdo corto, sin lucimientos personales, como si se tratara de un rodaje por incercia, le ganó y goleó a Argentinos Juniors, ahorrando juego y padecimientos. Tan igual que Argentinos Juniors, fiel a su historia, fuere quien fuere el entrenador, ahora con el colorado Mac Allister al borde del campo, desplegó su esencia del manejo elegante de la pelota, casi una religión, en la misma proporción en la que desnudó su exasperante impotencia para llegar al arco adversario, hasta caer en la resignación.

      El balón fue patrimonio de Argentinos desde el comienzo hasta le mitad de la etapa. Bien parado Nicolás Medina en el medio. Todos atentos, todos prolijos. Pero sin fuerza. Boca no contaba con caudal de talentos para crear juego en la zona central. El peruano Pereda, por izquierda, severamente escrutado por la tribuna local, aportaba algunas habilidades y algunas obstinaciones. Palermo y Giménez quedaban aislados arriba porque la pelota no llegaba limpia. El partido era pobre. Hasta que vino un corner del mellizo Gustavo. Falló el arquero Sanzotti y Palermo, abierto hacia la derecha, conectó un cabezazo bombeado que iba al gol, pero Giménez la empujó con otro, antes de que la pelota cruzara la línea. El árbitro Baldassi se lo otorgó a Palermo, tal vez porque premió la intención.

      Apenas después del gol llegó un cambio obligado: Barijho por el lesionado Giménez. Y Bianchi probó la fórmula de la doble punta central con Palermo-Barijho. La defensa de Argentinos (marcando en línea) dejaba margen para las pruebas. Tanto que a falta de desbordes los locales empezaron a preocupar con el tandem de los grandotes. Con sincronizada alternancia uno le cortaba la pelota al otro. Así Palermo tuvo dos mano a mano que salvó Sanzotti. Y Barijho, otro. Los defensores visitantes no acertaban con la marca. Un cabezazo, apenas alto, de Yaqué, tras un centro de Fernando Sánchez, fue la única llegada franca de Argentinos.

      Para que todos comprobaran que la grave lesión de su rodilla es un recuerdo, Martín Palermo —ahora más quieto, más cerebral afuera del área, tan contundente, adentro— metió una tijera espectacular en el travesaño al comienzo del complemento. Fue el aviso de que todo seguiría sin inconvenientes. Porque los intentos de Argentinos parecían rasguños. Fue entonces cuando le tocó a Daniel Fagiani —imagen lejana parecida al vasco Arruabarrena, de rendimiento correcto— la pequeña gloria del debut. Ejecutó un tiro libre con la singular potencia de su zurda. El arquero Sanzotti no pudo retener el balón y el capitán Bermúdez lo empujó a la red. El 2-0 ahuyentaba todo peligro.

      Para sorpresa general funcionó dos veces más el tandem. Primero Palermo se la sirvió a Barijho (pareció adelantado) y éste, tras gambetear al arquero, la cruzó al gol. Al final fue Barijho quién lo habilitó a Palermo. Martín resolvió con un caño a Sanzotti. Un rato antes Córdoba le había atajado un penal a Kuhl, por infracción de Matellán a Molina. Cuatro a cero, penal atajado. Fórmula extraña y exitosa de Palermo-Barijho. Cartón completo, comienzo alentador para Boca, preocupación para Argentinos. Si se puede hablar de comienzo en este maratón de partidos.

      Todo está igual, se ve. Y así cuesta soñar. Pero la cuna del fútbol siempre tiene sorpresas. Habrá que ver qué se agrega para levantar el interés de la gente, para poblar las canchas.


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