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      River sólo pudo salvar un punto

      Estudiantes se puso 1-0 en el primer tiempo, con un gol en contra de Lombardi. A River le costó mucho producir fútbol y llegar con claridad al arco rival. Aimar no pudo contra todos.

      Redacción Clarín

      Como siempre, como en cada arranque de campeonato, River largaba ayer en la pole position. Con los dos últimos títulos locales bajo el brazo; con un equipo que despierta tantos amores y envidias; con el rótulo inobjetable de gran-candidato-gran... Así, con la "chapa" necesaria como para picar en punta, salió a la pista en La Plata. Sin embargo, ante Estudiantes, en esta 1 fecha del Apertura se quedó sin ver la bandera a cuadros.

      Las razones por las que apenas pudo rescatar un punto fueron palpables y diversas. Que el terreno no favoreció su andar, es cierto: River hizo menos pie que Estudiantes en una cancha por demás pesada. Que la "máquina" tardó más de lo habitual en calentarse, es verdad: el equipo de Gallego arrancó desordenado, lento y extrañamente apático (por algo empezó perdiendo). Que River nunca pudo poner a punto el motor, es real: el equipo extrañó al "insolado" Saviola y nadie, en 90 minutos, se le asoció con fines de lucro al solitario Aimar. Que Estudiantes no fue un dechado de virtudes, tampoco se puede obviar: sus jugadores se la pasaron corriendo, apretando y —más de una vez— tirándoles la carrocería encima a los rivales.

      Como si el sol generoso que suele iluminar a River se lo hubiese tomado todo Saviola en Cancún, ayer fue un equipo sin brillo. No pudo sacar provecho de largar en primera fila y, en el rubro resultado, no logró ir de menor a mayor: con el 1 a 1, apenas llegó al "igual". La pasó bastante mal en algunos tramos y terminó contentándose con un empate al que increíblemente le costó arribar.

      El mérito de Estudiantes fue correr, presionar e intentar no dejar pensar al rival. Por eso, por donde se movía una camiseta de River aparecían una o más de Estudiantes. Atrás, los grandotes Quatrocchi y Azconzábal perseguían a Angel y Cardetti. En el medio, Romagnoli se encargaba de Zapata, Horacio Cardozo (después se lesionó y le dejó su lugar a Maximiliano Cejas) renegaba con Aimar y Juan Fernández no lo perdía de vista a Coudet.

      Con esto, a Estudiantes le alcanzaba para ir tirando sin sobresaltos. No dominaba, pero se resistía a ser dominado por una potencia que, ayer, no parecía ser tal.

      River, en tanto, no tenía forma de desplegar su fútbol. Salvo la solvencia de Mario Yepes (dentro de la chatura generalizada, el colombiano hizo un partidazo) y del plus que siempre tiene a su favor Pablo Aimar, lo del resto era de pobre para abajo. De tanto empecinarse en rechazar de derecha y por sólo usar la pierna izquierda para correr, Lombardi terminó metiendo adentro del arco de Bonano un centro del astuto Agoglia. Del otro lado, Placente no andaba firme en la marca y mucho menos en la proyección. Berizzo no imponía orden de "5" y Coudet y Zapata, los volantes externos, "reculaban" demasiado y rara vez estaban libres para armar juego.

      Así, claro, a River se le complicó atrapar el empate. Y si lo hizo fue porque Estudiantes se empezó a cansar y las marcas personales ya no fueron tan eficaces. Gallego puso a Gancedo y al falto de fútbol Castillo. Solari echó mano de otros pibes del banco, como Nardi y Simone.

      Ante este panorama, Pablito Aimar no tuvo demasiadas ganas de arrancar el torneo perdiendo. Y mientras Juan Fernández, el chileno Osorio y el Tecla Farías se perfilaban como para cascotearle el rancho a Bonano, el 10 de River puso en acción su notable cambio de ritmo.

      Aimar dejó gente atrás en el camino con una diagonal con evidente destino de gol. A centímetros del área, Azconzábal lo paró con una fuerte infracción. Amagó con rematar él, pero se la tocó a Cardetti y el Chapulín, entre una multitud de piernas que defendían, la puso junto a un palo. Uno a uno. ¿Justo? Sí, después de todo, Estudiantes no había sido más que River.

      Los dos equipos parecieron terminar conformes. Unos, porque le empataron al bicampeón dejando una imagen aceptable (sobre el final, Bonano salvó dos veces su arco). Otros, porque —de la manera en que se presentó el partido— no se fueron con las manos vacías. Para los de Estudiantes pudo haber sido el debut soñado. Pero, para los otros, seguro que no...


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