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      Cerra y su martillo, un sueño posible

      Como las saltadoras García y Witteveen, el santafesino viaja con buenas perspectivas.

      Redacción Clarín

      Durante más de una década, "lanzamiento de martillo" o "Andrés Charadía" en el atletismo sudamericano fueron dos expresiones con significado casi idéntico. El reinado del entrerriano hoy volcado al rugby fue indiscutido y así lo mostró en diversas competencias, incluidos los Juegos Olímpicos, en los que compitió tres veces (Seúl 88, Barcelona 92 y Atlanta 96), terminando 20° en España. Desde su retiro, un santafesino lo sustituyó con el mismo talento y proyección. Su nombre es Juan Cerra y será uno de los diez atletas argentinos en Sydney.

      Hace poco más de dos meses, en Río de Janeiro, Cerra "heredó" uno de los grandes logros de Charadía: la medalla dorada en el Iberoamericano. Llegó al título con una brillante marca de 74,32 metros, la segunda en el historial sudamericano detrás del récord de 74,66 de Charadía. Logrado el 9 de octubre de 1994 en Córdoba, nunca se había visto tan amenazado.

      Sólo le faltaron 34 centímetros para igualarla, pero este joven de 23 años no se sentía capacitado para quebrarla en aquel momento, según le confió a Clarín. "No me veía en condiciones de llegar, pero sé que lo voy a lograr antes de Sydney", disparó el bicampeón sudamericano en 1997 y 1999. Para ello necesitaba volver a los campos de entrenamiento en Italia que había asistido en la primera parte de la temporada y que lo habían ayudado en mejorar la técnica del lanzamiento. Y allí se encuentra en estos momentos.

      Ganador de la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Winnipeg 99, Cerra es el atleta con mejores expectativas de una buena ubicación en los Juegos Olímpicos detrás de Alejandra García (salto con garrocha) y Solange Witteveen (salto en alto). Así por lo menos lo indica su posición en el ránking mundial de este año, donde ocupa el 60° lugar, mientras que García está 14 y Witteveen, 17.

      Llegar a la final en una prueba tan tradicional como martillo todavía aparece como una meta lejana, así que su esfuerzo y concentración apuntan —como en el espíritu de cada atleta— a seguir mejorando sus registros. Cerra es un ejemplo en ese sentido, ya que se ha superado durante 10 temporadas consecutivas, es decir, desde que tomó por primera vez este implemento de 7,2 kilos en el club Velocidad y Resistencia de Santa Fe. Incluso en 1995 recibió el premio Revelación Clarín por su título Panamericano Juvenil en Chile.

      Cerra, pese a ser callado y hasta algo tímido, rompe el silencio de las pistas con un grito feroz en cada lanzamiento. De la misma forma lo hacían sus antecesores de la tradición santafesina de lanzadores que arrancó con Elvio Porta en los 50, siguió con Carlos Marzo en los 60, Hugo Grazioli, y ahora continúa con Adrián Marzo y Carina Moya. En el medio se cruzó Charadía, pero Cerra recuperó ese esplendor de su provincia e instaló su apellido como sinónimo de martillo y de récord.


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