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      Curuchet, vivir siempre en carrera

      Juan y Gabriel son hermanos y representan una de las mayores esperanzas del deporte argentino en Sydney. Ahora quieren subir al podio, pero detrás de este momento de expectativa, ambos ciclistas comparten una historia de anécdotas, de sueños y de talento.

      Redacción Clarín

      La historia de los protagonistas bien se puede conocer a través de sus propias historias. Así como les pasó —les sigue pasando— a los hermanos marplatenses Juan y Gabriel Curuchet, que hilvanaron sus sueños a pura pedaleada y vestidos por el sudor. Desde sus inicios repletos de esfuerzo hasta hoy, cuando la cuenta regresiva de la carrera de sus vidas (la prueba americana que correrán en Sydney el 21 de setiembre) parece cada vez más rápida en el calendario, se sucedieron anécdotas que, como dice Juan, "nacieron de la necesidad". Algunas se refrescan en la memoria bajo el torrente de la próxima ilusión.

      Comienzos difíciles, ilusiones enormes

      "No me olvido más de todo el esfuerzo que hicimos. Fue en 1982, cuando me tocaba ir al Campeonato Argentino de primera categoría, en Córdoba. Como no había mucha plata fuimos con mi primo Celso Fernández en un camión, que no andaba muy bien, repartiendo pescado. Desde Mar del Plata tardamos como unas 36 horas en llegar, porque cada 200 kilómetros teníamos que bajar mercadería, incluso cuando era de madrugada. Eran tiempos duros para nosotros en lo económico. Por suerte subí al podio, porque salí tercero y estaba chocho." (Gabriel)

      "A los 16 años me habían convocado para el Campeonato Panamericano Juvenil que ese año se corría en Medellín, Colombia. La verdad, lo único que me interesaba era ponerme la camiseta argentina. Yo estaba enloquecido, tenía poco pedaleo encima. Cuando llegamos al hotel, el director técnico nos reunió a todos los pibes y a mí me dio el enterito, la camiseta y también un buzo. Lo primero que hice fue irme rajando para mi habitación y me puse toda la ropa, me miraba al espejo fascinado, me tocaba la pilcha, no lo podía creer. Aquella vez fui campeón, imaginate. Pero lo bueno es que después de tanto tiempo me pasa lo mismo; cada vez que me dan la camiseta celeste y blanco me miro, me acomodo la ropa. Siento el mismo amor que aquella vez" (Juan).

      Rumbo a Europa, el paraíso que no fue

      "En 1989 nos fuimos a correr a Italia. También eran épocas en que la plata no alcanzaba. Por eso siempre nos acordamos del menú fijo que teníamos, porque a la noche comíamos hígado de vaca (era el más barato) y al mediodía, pastas. También comíamos postre. ¿Cuál? Cuando íbamos a hacer las compras, la señora del supermercado ya nos conocía, entonces nos separaba la fruta picada que después nos servía para comer ensalada de frutas. Nos salía unas monedas y estuvimos así varios meses" (Juan).

      "En esa misma época nos fuimos a correr una carrera a Suiza, donde nos daban unos viáticos. Había grandes ciclistas que llegaban en Mercedes, bien vestidos, con sus sobretodos último modelo, y que se iban a almorzar al comedor. Recuerdo que nosotros llegamos con la comida en unas canastas y las cubríamos para no pasar vergüenza: nuestras señoras nos habían preparado arroz, pollo y tarta para todo el día. Así que nos fuimos a una cabina que teníamos como box y nos sentamos a comer en el suelo. Al rato vino el director de la prueba, que era un tipo muy recto, con un carácter embromado. Cuando nos vio, no sabíamos qué hacer, pero parece que le caímos bien porque a partir de ahí nos contrató por varios años más" (Gabriel).]

      Tiempo presente, tiempo de sonrisas

      "En las etapas de la Copa del Mundo o en el Mundial vienen a ver cómo precalentamos Bruno Risi o Juan Llaneras, los dos campeones. Miran qué material utilizamos y las bicicletas, y eso para nosotros es un reconocimiento bárbaro, que se preocupen" (Juan).

      "En la etapa de México, el año pasado, se sentaron a desayunar con nosotros los venezolanos que también corrían la Americana. Nos preguntaban cosas y también comentaban con lujo de detalles nuestros resultados. Es más, ellos ganaron el campeonato de su país, y uno me comentaba que para darse fuerza decían: '¡Vamos Juan!, ¡Vamos Gabriel!' Fue una gran alegría" (Gabriel).

      "Había terminado el Mundial en Australia en 1997, donde ganamos la medalla de bronce, y nos fuimos a la conferencia de prensa. En un momento, un periodista español que hablaba medio cruzado le preguntó a Llaneras si junto con Alzamora iban a ser la pareja para correr en los Juegos Olímpicos. Ahí nos miramos con Esteban (así, por su segundo nombre, llama a Juan) y dijimos: '¿Qué dice este tipo?'. Por eso le preguntamos a Llaneras y nos confirmó que sí, que la Americana se iba a correr por primera vez en los Juegos. No lo podíamos creer, estábamos recontentos, tal vez más que con la medalla."


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