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    • Jueves, 28 de marzo de 2024
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      Lecman: el hombre de los esfuerzos

      El pesista argentino está a punto de lograr su sueño: participar, por primera vez, en los Juegos Olímpicos. Será su revancha, ya que unos días antes de Atlanta se quedó afuera.

      Redacción Clarín

      El transeúnte desprevenido se sorprende a cada instante cuando camina por el CeNARD. Allí, en el "templo" del alto rendimiento deportivo argentino, desfilan los personajes más variados. Desde las pequeñas niñas de la gimnasia artística hasta las torres del voleibol y del basquetbol. Desde los delgados atletas fondistas hasta los gigantes levantadores de pesas, entre los que Darío Lecman no pasa inadvertido. Sus 94 kilos de músculos encerrados en su 1,70 metro de estatura lo convierten en una persona especial por donde se lo mire.

      "Aunque no lo crean, en una época yo era menudito. A los 14 años pesaba 52 kilos. Pero 15 temporadas de entrenamientos te pueden cambiar todo. No me gusta mi cuerpo porque soy petiso y culón, pero soy un amante de las pesas."

      Vaya si será verdadera esa pasión para este porteño de 29 años cumplidos hace 8 días: le dedica cinco horas, seis días por semana, a "deslomarse" en el gimnasio. Una rutina sólo comprensible para pocas personas fuera de los habitantes del CeNARD, la gente que adoptó a este hincha de Independiente como uno de sus "hijos" predilectos por su sonrisa y cordialidad permanentes.

      ¿Para qué tanto sacrificio? Los Juegos Olímpicos pueden eso y mucho más. Sobre todo para un pesista de categoría internacional que nunca pudo asistir a ninguno. En Barcelona 92 todavía era chico y no se clasificó. Pero tres días antes de viajar a Atlanta 96 llegó el gran golpe: un desgarro en la pierna derecha lo obligó a desertar. Su espíritu cayó al piso, como si fuera la pesa de 200 kilos que suele levantar.

      Tuvo que esperar otros cuatro años —en los que terminó el profesorado de educación física—, pero hoy Lecman se siente una persona mucho más madura y preparada para buscar su objetivo de obtener un diploma (terminar entre los ocho mejores) en Sydney. Además de la de por sí difícil empresa (es muy probable que deba mejorar sus marcas), tendrá que hacerlo en una de las categorías más competitivas de este deporte como es la de 94 kilos. Esta disciplina nació en 1999 como la fusión de 91kg —en la que competía el argentino— y de 99kg. "Se tornó más dura para mí porque los levantadores más fuertes bajaron unos kilos de peso, pero mantienen la misma potencia", explica Lecman sobre sus principales rivales, la mayoría provenientes de Europa del Este.

      De Bielorrusia proviene justamente su entrenador, Leonty Gontcharenko, quien hace dos años y medio quedó envuelto en una polémica por el dóping positivo de la pesista Grisel Abarca. Ella lo acusó de haberle suministrado pastillas con sustancias prohibidas, fue expulsado del CeNARD, pero después fue absuelto por la Justicia. Lecman no lo abandonó nunca, incluso aunque tuviera que visitarlo en su casa para que le diagramara sus rutinas de entrenamiento o debiera entrenarse en Independiente en lugar del CeNARD. "Leonty es uno de los mejores técnicos del mundo. Si hubiese trabajado con él desde antes, hoy estaría levantando mucho más", asegura.

      Fanático del mate y la música nacional (sobre todo de los Redonditos de Ricota), Lecman viajó un mes con todos sus compacts a Bielorrusia para ultimar los detalles preparatorios de la gran cita. Por estos días intenta adaptarse a la diferencia horaria que existe con Australia, esperando que llegue el gran día. Hace 15 años empezó a ir al gimnasio de Macabi para "levantarse minas". Según él, no tuvo mucho éxito en su objetivo. Pero a los 29, Lecman igual está de novio y sueña con que las pesas le otorguen una satisfacción tanto o mayor que la de su meta pueril.


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