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      La rosa negra es la estrella de la Fiesta Nacional de la Flor

      Redacción Clarín

      Tiene menos de un año y ya es el centro de atención de todas las miradas. Ayer, hasta la esposa del Presidente quiso admirarla de cerca. Inés Pertiné de De la Rúa se arrimó tanto que no se contuvo y la olió. "Mmmmm", exclamó. Los productores de la rosa negra, la flor más novedosa del mercado floricultor argentino, respiraron aliviados.

      La rosa negra fue presentada ayer a la mañana en la inauguración de la 37 Fiesta Nacional de la Flor, en Escobar. En el lugar hay más de 350 variedades de flores y unas 450 especies diferentes de plantas. Pero nadie sabe la cifra total. "Ponga que son miles y miles", respondió a Clarín el presidente de la Fiesta, Telmo Hisaki.

      Año tras año una nueva variedad se transforma en la estrella de la muestra. En el 98 fue la Grand Gala, aquella rosa larga —2 metros— y sin espinas. El año pasado le tocó el turno de la fama a los cactos rojos, amarillos y rosas. El 2000, definitivamente, será el año de la rosa Fuego Negro.

      Pese a su nombre, la rosa no es negra. Su color es más bien un rojo oscuro e intenso. "Tinto", decían unas señoras de un grupo de jubiladas. "Morado", corregía un productor de gladiolos. "Ma'' qué negras, estas son bordó", opinaba un adolescente.

      Aunque las rosas negras ya son la novedad de la muestra, serán bastante difíciles de conseguir en las florerías. Las razones son varias: se plantaron por primera vez en la Argentina hace un año, aún son pocos los floricultores que escogieron esta variedad y las interminables lluvias de agosto conspiraron contra su producción.

      Apenas unas cuarenta están en exposición en un pasillo que conecta dos pabellones de la muestra. Y los organizadores las cuidan como si sus pétalos fueran de oro: como presente, a Inés Pertiné de De la Rúa le entregaron rosas amarillas.

      Pero también pueden verse en alguno de los tres pabellones otras variedades de flores de colores atípicos. Por ejemplo unos claveles blancos con guardas bordó. "Sí, para su desarrollo fue necesaria una serie de modificaciones genéticas", admite el productor Tetsua Hirose.

      Las calas también abandonaron su habitual blanco; ahora pueden encontrarse en amarillo, azul o fucsia. Pero no intervino ningún científico. Directamente se las tiñe con anilinas. Y quedan bárbaras.

      Aunque los visitantes podrán admirar y oler todas las flores y plantas que se les antoje, ninguna de ellas está en venta. "A nosotros nos sirve para que la gente conozca nuevas variedades y después las pida en las florerías", explicó Hirose.

      Por el valor de la entrada —lunes a viernes, 5 pesos; sábados y domingos, 7— se pueden recorrer todas las instalaciones. Y si se quiere comprar alguna planta, sólo hay que cruzar hasta la vereda de enfrente. Allí pueden conseguirse más de 150 variedades de plantas, desde sencillas alegrías hasta orquídeas de 100 pesos.


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