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      Los Oneto, pegados a la televisión

      Redacción Clarín

      El día comenzó como cada una de estas últimas jornadas en las que las chicas de hockey jugaron en los Juegos Olímpicos. Los padres de Vanina Oneto se prendieron desde muy temprano con la transmisión que brindaba la televisión sobre todo lo que ocurría en Sydney. El nerviosismo previo, que era generado por el hecho de que su hija esté compitiendo por una medalla de oro, sumado a las incontables jarras de café, servían como estimulantes para no caer vencidos por el sueño. "Es que hace quince días que no dormimos", señaló Aldo Oneto, el papá de Vanina.

      El partido comenzó y pasó lo que pasó, pero ésa es otra historia. Finalmente, lo único que les importaba era ver a su hija feliz por el logro obtenido. Una vez terminado el encuentro, Silvia, la madre de la máxima goleadora de la Selección argentina, se acercó hasta la puerta de entrada de su casa e invitó a la decena de periodistas que estaban agolpados en la vereda a que ingresaran: "Vamos, pasen, así vemos la entrega de premios".

      Una vez dentro de la casa que poseen en San Fernando, Silvia se sentó junto a su marido, Aldo, frente al televisor que reflejaba el festejo de Las Leonas argentinas. Nada podía moverla de su lugar, ni los flashes de los fotógrafos ni las luces de las cámaras impedían que sus miradas se despeguaran del monitor. Mientras, recibía a Oscar, tío de Vanina, y a Andrés, el novio de la número 9 argentina.

      "El otro día, cuando le ganaron a Nueva Zelanda estaba muy contenta porque se había logrado la medalla plateada, pero hoy estoy triste porque se perdió la de oro. Se pasa de la euforia a la desazón, sin escalas. No hay término medio." Luego agregó: "Igualmente es lógico que nos hayan vencido. Las mejores jugadoras australianas ganan cien mil dólares por cada sponsor, y las chicas tienen que conformarse con una beca de 400 pesos", dijo Silvia.

      En medio de la emoción en la entrega de las medallas, mamá Oneto saltó: "¿Qué pasa que Vanina no aparece? La voy a matar. Yo esperaba que me dedique la medalla". Y luego bromeó: "La deben haber raptado los jugadores de vóley", mientras miraba al novio de Vanina.

      Ahora únicamente resta esperar que llegue el lunes, para recibir a la hija. "Vamos a hacerle una gran fiesta para darle la bienvenida. De paso nos vamos preparando para la gran fiesta que será la de su casamiento, el 22 de diciembre", concluyó el orgulloso padre, quien no podía evitar la alegría. Es que los chicos crecen. Y además ganan medallas.


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