Noticias hoy
    En vivo

      Superestrellas de oro

      Redacción Clarín

      A 11 días de cumplir 25 años, Marion Jones ratificó tanto las previsiones como los anuncios deportivos y publicitarios, y se consagró como la superestrella atlética de los Juegos Olímpicos de Sydney al sumar cinco medallas: tres de oro y dos de bronce.

      Jones sedujo en esta ciudad desde sus victorias hasta esa particular sonrisa de dientes desparejos que mostró siempre, aun en la derrota y aun cuando su esposo y entrenador, Trevor Graham, lanzador de bala, fue acusado de utilizar sustancias prohibidas. Jones fue basquetbolista estrella de la Universidad de Carolina del Norte, la misma de la que surgió Michael Jordan.

      En Sydney 2000, Jones arrastraba ambos títulos de las finales de los 100 y 200 metros, además de un tercer puesto en el salto en largo. Ayer salió dos veces a la pista para competir en las postas de 4x100 y 4x400 metros. En la primera le tocó una dura misión. Recibió el último relevo estando lejos de las posiciones del podio y en una arremetida notable, ubicó a los Estados Unidos en el bronce. En esa competición hubo una ovación de las que suelen conquistar los representantes de países pequeños cuando ganan una prueba grande. Fueron destinatarias de ella las bahameñas, que escalaron al primer lugar del podio ante la sorpresa de muchos. Sevatheda Fynes, Chandra Sturrup, Pauline Davis-Thompson y Debbie Ferguson recorrieron el estadio haciendo flamear la bandera de su país y recibiendo miles de aplausos. Segunda fue la posta de Jamaica, en la que la eterna Merlene Ottey ratificó su vigencia pero, una vez más, se quedó con las ganas de lograr la medalla de oro que nunca consiguió. La Dama de Bronce disputó aquí sus últimos Juegos Olímpicos y se retiró con ocho medallas obtenidas.

      En la posta 4x400 metros Jones sumó una satisfacción más grande al llevarse otra victoria junto con sus compañeras Jearl Miles-Clark, Monique Hennagan y La Tasha Colander-Richardson. Ese triunfo respondió a los pronósticos. La estrella estadounidense se abrazó un rato largo con sus compañeras dentro de la pista, saludó al público que la veneraba desde los cuatro costados y paseó la bandera de su país ante la vista de miles y miles de australianos. Aunque no tenía las mayores expectativas para esa carrera, el público local vio con decepción cómo su cuarteta, liderada por la campeona olímpica de la distancia Cathy Freeman, terminaba quinta.

      Quien dejó las pistas olímpicas con su impronta ganadora de costumbre fue Michael Johnson. Después de su holgado triunfo en los 400 metros, ayer fue el último relevo estadounidense en la posta de esa distancia —sus compañeros fueron Alvin Harrison, Antonio Pettigrew y Calvin Harrison— y se quedó con la quinta medalla de oro en su campaña olímpica. Johnson dejó en la memoria de Sydney su tranco singular e incomparable con el que dio la última vuelta a la pista.

      Estados Unidos también sumó oro en la posta 4x100, con Maurice Greene, el campeón de los 100 metros, como figura mayor, y con Jon Drummond, Bernard Williams III y Brian Lewis como sus socios.

      El atletismo pasó por Sydney con la particularidad de no dejar récords, un tema que ya abre especulaciones en cantidad. Sí, en cambio, promovió emociones irrepetibles, reunió a más de 100 mil personas en cada jornada en el estadio Australia y, por supuesto, ubicó a Marion Jones en el centro de la escena.


      Tags relacionados