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      Despedida con sabor a historia

      Fueron clave en la Selección de vóley, que quedó cuarta en una actuación formidable.

      Redacción Clarín

      De las muchas formas que existen para decirse todo, Hugo Conte y Javier Weber eligieron la más clásica y la más conmovedora. Al lado de una red de voleibol, su juguete máximo, se dieron un abrazo en el que entraban el presente, el pasado y las entrañas. Ambos acababan de vivir su último partido en los Juegos Olímpicos. No en estos Juegos Olímpicos, sino en todos los Juegos Olímpicos. A Conte y a Weber, la historia se ha empeñado en ponerlos más de una vez juntos. También en la derrota 3 a 0 contra Italia (25-16, 25-15 y 25-18) por la medalla de bronce. Un poco se abrazaron porque la Selección argentina, aun en la derrota, marcó otro trazo potente: se llevó un sorprendente cuarto puesto en un torneo que no es igual a ningún otro. Otro poco se abrazaron porque los dos sabían que, en su trayectoria grande, era una despedida.

      "Me dio lástima perder con Italia —afirma Weber, con Conte que lo mira—, creo que Argentina sintió la presión de ganar la medalla. Pero esta derrota no me hace perder la perspectiva de que soy parte de un equipo que tuvo una actuación fantástica".

      Conte todavía tiene el último partido en la garganta: "Soñábamos mucho con el bronce. Al llegar a Sydney no nos imaginábamos esta posibilidad, pero cuando se da querés ganar. Justo en este partido no jugamos como en todo el torneo. Pero sé que igual esta actuación olímpica entra en la historia del voleibol del país".

      Conte y Weber fueron figuras de un equipo que llegó a Sydney con la esperanza tímida de arrimarse a cuartos y terminó mezclado con las potencias. Cuenta Conte: "Este torneo nos dejó muchas cosas extraordinarias. Una, por ejemplo, es el contenido de los cientos de mail que recibimos. Nos agradecían, nos pedían que no aflojáramos. Todo ese apoyo nos estimuló a dejar todo en cada partido. Y creo que la gente sintió que algo le transmitíamos". Weber añade: "Cuando llegué, dije que estos eran mis últimos Juegos y los iba a disfrutar. Eso hice: los disfruté mucho. Y, además, nos dimos el gusto de ser uno de los mejores cuatro equipos del torneo."

      Todas las sonrisas de Weber y de Conte parecen fugarse cuando tratan de trasladar los efectos de sus logros en Sydney a la Argentina. "En general —dice Conte— tenemos dirigentes muy malos. Espero que nadie se ofenda. Pero yo ya vi pasar muchos trenes. El Mundial del 82, la medalla de bronce del 88, el título panamericano del 95... No sé si va a haber más estaciones. Los dirigentes tienen que darse cuenta de que hay que sumar porque si no es así, nunca vamos a capitalizar nada."

      Weber, por su lado, ve luces y sombras: "Siento que este cuarto puesto será una inyección importante para el vóley. Pero coincido en que los dirigentes deben terminar con el nivel de lucha interna que mantienen, suprimir objetivos personales y unirse bajo un mismo propósito."

      Conte tiene 37 años y Weber, 34. Ambos fueron parte, por ejemplo, del equipo que gritó un bronce en los Juegos de Seúl. Evidencian uno entre muchos rasgos compartidos: siempre hablan mirando el futuro. Conte lo repitió varias veces en estos días, cuando el universo del voleibol certificó entre asombros que sigue siendo un jugador de primer nivel: "Me sigo sintiendo feliz por lo que hago y porque puedo compartir vivencias con chicos muchos menores que yo. Hace 25 años juego al voleibol y todavía tengo una pelota en la panza cuando me toca salir a jugar."

      Weber también mira lo que viene. "Lo ideal —analiza— sería que jugáramos en la Argentina. Pero eso está muy lejos por lo económico. Ahora vuelvo a Brasil. Y voy a dedicar tiempo a seguir pensando en todo lo lindo que me pasó en Sydney."

      Uno y otro, socios de mil experiencias, tienen miradas recíprocas. Dice Conte: "Javier y Waldo Kantor son dos nombres clave de nuestro vóley, los dos mejores armadores de la historia". Confiesa Weber: "Hugo es el mejor jugador y la mejor persona de la historia del voleibol argentino".

      Conte y Weber no emplean de casualidad una palabra clave. Ambos dicen "historia". No saben ni les preocupa, pero es una palabra propia. Cualquiera que conozca, que perciba o que acostumbre sentir el voleibol reconoce que esos tipos, los dueños del abrazo, tienen un lugar propio justamente y nada menos que en eso de lo que hablan. Los dos están en la historia.


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