Con poco, a Boca le alcanzó para alejarse de River

Misión cumplida para Boca, al menos por ahora. Anoche venció a Los Andes, el último escollo que le quedaba antes del Superclásico que se anticipa decisivo y al que llegará con el oxígeno extra que le dan seis puntos —tres reales— de ventaja. Aunque no pasó con la holgura que se calculaba a un adversario humilde y aunque varias de sus individualidades no jugaron en el nivel habitual, volvió a mostrar cuáles son las mejores cartas que tiene de cara al duelo con River: un funcionamiento de equipo sólido y solidario. Las virtudes colectivas, entonces, le bastaron a Boca para generar muchas más situaciones que el rival y para transformar en figura al arquero Migliardi.

Fue un primer tiempo raro. Por un lado, Boca ganó esa etapa por puntos debido a la cantidad de situaciones de gol que generó. Pero por otra parte el equipo que tuvo la chance más clara en esos 45 minutos fue Los Andes, luego de un error de Abbondancieri que derivó en un tiro de Desagastizábal en el palo y una posterior salvada de Serna en la línea.

Hubo varias razones para que la igualdad no se quebrara rápido. La principal fue la actuación del arquero Migliardi, quien se lució varias veces. A los doce segundos sacó con esfuerzo un remate de Barijho, frente a quien construyó otra gran tapada a los 33. Y en el medio, dejó dos veces sin gol a Palermo. El 9 tuvo otra oportunidad, pero la mandó por arriba.

En los instantes en que aguantó Migliardi, Boca lograba circulación sencilla por Riquelme, estaba activo Palermo (igual, Bovaglio lo marcó bastante bien), se proyectaba Ibarra. Aunque Barijho no podía con sus imprecisiones y Gustavo Barros Schelotto no se enchufaba, Boca se imponía y merecía ponerse en ventaja. Los Andes, salvo su arquero, no podía afirmarse atrás y desnudaba todo tipo de problemas ratificando la endeblez defensiva mostrada en los últimos cuatro partidos, todos con derrotas, entre ellas un 0-6 ante Lanús y un 0-4 frente a River. El inconveniente del local era que la línea de tres volantes que armaban Netto, Salomón (se ocupó de Riquelme) y Arce se distanciaba demasiado de los tres defensores. Y Boca aprovechaba esos huecos.

Como Boca no definía, la seguridad de Migliardi se trasladó a sus compañeros. Los Andes, despacio, se fue animando a alejarse de su arco. Ganó en confianza. Víctor López participó más y Desagastizábal comenzó a preocupar. Esos argumentos igualmente tibios le bastaron para desnudar la otra cara de Boca, con inseguridades atrás por Abbondancieri (dio un par de rebotes ¿condicionado por el tirón sufrido en el calentamiento?), por algunas salidas comprometidas de Ibarra y de Burdisso y por algunos empujones de Serna y de Faggiani.

Otra paradoja ocurrió en la etapa final: Boca provocó muchas menos situaciones que en la inicial, pero en esa última porción logró quebrar al seguro Migliardi. Y lo hizo en un momento justo, en el arranque, a los 6: córner de Riquelme, cabezazo de Matellán, manotazo de Migliardi y toque oportuno de Barijho. El gol le dio tranquilidad a Boca, que empezó a regular. Pero reguló tanto que le resultó peligroso. Cómo será que si Los Andes no le igualó fue por el travesaño, el lugar en que chocó un cabezazo de Desagastizábal. De todas maneras, Los Andes no peloteó a Boca. Le costó acercarse. Probó desde afuera del área, pero le faltó puntería.

Boca perdió profundidad porque Riquelme abusó del traslado y hasta tuvo algunas imprecisiones, justo el punto en el que no suele equivocarse. Barijho fue sólo el gol. Y Palermo ya no influyó tanto.

El regreso de Guillermo Barros Schelotto —entró por Barijho—, tras el desgarro, fue una anécdota proyectada a futuro, a River, a la frontera que sueña con atravesar Boca para lanzarse definitivamente hacia el título.