Noticias hoy
    En vivo

      El final del servicio militar

      Redacción Clarín

      Lo que acabó con el servicio militar obligatorio en la Argentina, vigente desde 1902, fue una feroz paliza. La que le dieron al conscripto Omar Octavio Carrasco el 6 de marzo de 1994 en un cuartel de la Patagonia. El soldado tenía 19 años y hacía apenas tres días que había entrado a la "colimba".

      El crimen ocurrió en el Grupo de Artillería 161 de Zapala (Neuquén). Hasta que llegó al cuartel, Carrasco jamás había salido de Cutral-Có —su pueblo, a 100 kilómetros de Neuquén—, donde colaboraba con la economía familiar repartiendo pollos congelados. Era el mayor de cuatro hermanos. Un chico tímido y servicial, al que le gustaba tocar la guitarra y leer el Nuevo Testamento.

      Según determinó luego la Justicia, aquel día "tres uniformados" habían querido castigar a Carrasco por una falta. "Avivarlo" a los golpes. Pero la paliza terminó mal y el conscripto quedó agonizante. Murió alrededor de una hora después.

      Poco después, los compañeros de Carrasco fueron sacados de la cuadra para ser sometidos a un duro "baile" por la desaparición de Omar, que fue dado por desertor. Y dos semanas después, sus padres fueron a visitarlo al cuartel y no lo encontraron. Les dijeron que su hijo era un desertor. Que se había escapado. Que pudo atacarlo alguna patota en la calle o andaría por ahí, vagando. Sólo entonces supieron que algo andaba mal.

      Hubo una denuncia policial y los diarios locales comenzaron a hablar del caso. El misterio continuó hasta el 6 de abril, justo un mes después de la paliza, cuando el cadáver del soldado fue hallado al pie de un pequeño cerro, en terrenos del mismo regimiento donde había desaparecido.

      En ese instante, el servicio militar obligatorio entró en coma. En agosto, mientras la investigación del crimen ya tenía repercusión nacional, el entonces presidente Carlos Menem firmó el decreto que puso fin a la conscripción.

      Por fin, el 31 de enero de 1996 el Tribunal Oral Federal de Neuquén condenó al subteniente Ignacio Canevaro a 15 años de prisión y a los soldados Cristian Suárez y Víctor Salazar a 10 años cada uno, como responsables del homicidio. Al sargento Carlos Sánchez lo condenaron a 3 años de prisión efectiva por encubrimiento. Según la sentencia, a Carrasco le pegaron porque era torpe para la vida militar, y eso desató la "ira violenta" de un subteniente que "reaccionaba con furor inusitado".


      Tags relacionados